Adelantadas del Siglo XXI

 

En estos días previos a la ceremonia de beatificación de Guadalupe Ortiz de Landázuri (1916-1975), la primera mujer beatificada del Opus Dei y la primera laica, que tendrá lugar el próximo 18 de mayo en el Palacio de Congresos de Vistalegre en Madrid, leía unos textos de las cartas que Guadalupe Ortiz de Landázuri escribió a lo largo de su vida a san Josemaría Escrivá de Balaguer. Me impresionaba comprobar que una de las cosas que más ilusión le hacía a ella era compartir en esas cartas con el Fundador del Opus Dei eran las buenas noticias de los éxitos profesionales de las mujeres que ella tenía a su cargo.

Para Guadalupe el estudio, la formación profesional, el desarrollo de la tarea cultural, el mundo y el quehacer universitario eran realmente una pasión. Primero fueron una pasión personal para ella por la química, luego se convirtió en pasión por contagiar su pasión por el estudio y la investigación a otras. Una pasión que en palabras del Fundador se resumía en “iluminar el mundo desde dentro”.

Precisamente, porque se trataba de iluminar el mundo desde dentro, desde la pasión por la verdad que se da en el quehacer universitario, no podía contentarse al estudiar e investigar, ni con ganarse la vida, ni con poder comer, ni siquiera con conseguir un puesto de trabajo, planear un negocio seguro e incluso limitarse a sacar una familia adelante. Es mucho más, es iluminar el mundo desde dentro: “Hacer divinos los caminos de la tierra”.

Conviene recordar cómo en la primera casa de retiros del Opus Dei, en Molino Viejo, cerca de Segovia, aquellos primeros universitarios que acudían a formarse al calor de la Obra, comenzaron a anotar en la pared del pasillo que llevaba al comedor de aquella casa, las fechas y los nombres de las diversas universidades del mundo entero a las que llegaba alguno de ellos para hacer una estancia de investigación o de docencia, pues eso significaba la expansión de una ilusión universitaria: apuntar las fechas de estancias de personas que vivían el deseo de ser santos en el estudio y la ilusión profesional en Universidades del mundo. Pues como decía san Pablo la palabra de Dios se abrirá camino por sí sola, como ese espíritu de servir a Dios y a lo demás.

La doctora en Ciencias Químicas y catedrática de instituto de Física y Química, Guadalupe Ortiz de Landázuri, perteneció a ese grupo de personas que, por haber correspondido en 1944 a su vocación en el Opus Dei, abrieron, con la gracia de Dios y la orientación de san Josemaría, un camino nuevo de santidad en medio del mundo a través del trabajo profesional y de las actividades ordinarias del cristiano.

Precisamente, porque san Josemaría al impulsar el querer de Dios de iluminar el mundo desde dentro, no hacía distinciones entre hombres y mujeres, lanzó a aquellas primeras del Opus Dei, con las debidas medidas de prudencia, a las mismas aventuras sobrenaturales que a ellos y, por supuesto, con la misma ilusión que expresaban estas ilustrativas palabras: “Dios necesita un grupo de mujeres valientes”.

Por otra parte, ellas con gran naturalidad, porque Dios así lo quería, se lanzaron a hacer realidad el querer de Dios, con confianza total en Dios y en san Josemaría, con la misma naturalidad con la que brota el agua de un manantial. Lo más interesante, no es que lo afirmaran o que hicieran el propósito, sino que lo realizaron con la gracia de Dios.

José Carlos Martín de la Hoz