Amar conociendo y conocer amando

 

Indudablemente, regresar al siglo XII de la mano de Guillermo de Saint-Thierry (1080-1148) es una aventura apasionante, pero hacerlo para hablar del tratado “Naturaleza y dignidad del amor” supone algo gozoso. Presentamos, por tanto, la edición bilingüe de la obra más importante de la preescolástica medieval sobre el tema, de la mano del Abad benedictino de Saint Thierry (1121-1135), quien falleció humildemente como monje cisterciense de Signy.

Precisamente, en el siglo XII se produce el tránsito de la obra de San Agustín sobre la caridad a través, primero de los benedictinos y, después, de la reforma del cister con San Bernardo de Claraval.

Es el tránsito de un concepto del amor como torrente y como verdadera pasión a un amor canalizado mediante la donación a Dios y a los demás. De esa manera, nos hablará Guillermo de Saint-Thierry de un verdadero tránsito

Indudablemente, todo amor, nos dirá Guillermo de Saint-Thierry, procede de Dios, pues como afirmaba san Juan, “Dios es amor “(1 Io 4, 16) y fuente de todo amor: “todo amor es originario de Dios”, luego todo brota de la oración (21): “Nada le falta al alma humana, pues todo procede de la voluntad libre del hombre” (25).

El itinerario que surca este trabajo se resume en tres pasos: “del amor a la caridad y, de ahí, a la sabiduría” (27). Acaso, nos dice de san Pablo: “¿No es lógico declarar loco a quien hasta en peligro de muerte se esforzaba por convertir a Cristo a sus propios jueces, que por razón del mismo Cristo le juzgaban?” (29).

Para obtener y conservar el amor “debe desearse con fuerza constante y oración prolongada, en la que la fe sea tal, que todo lo espere; sea tanta la devoción que pueda conmover a Dios; sea tanto el amor que siente que obtiene todo lo que pide orando, sea tanta la humildad que en todo prefiere que se haga la voluntad de Dios a la suya” (33). Incluso: “Debido al aumento de la gracia de Dios el afecto de la justicia invade el alma justa, y ya por su parte ni concibe pensamiento, afecto o acto que no sea justo en su integridad, afectada plena e indisolublemente en todo cuanto comporta la justicia” (49). La relación entre “religio y religare” se remonta a Cicerón (de natura deorum, 11, 28) y está recogida por Agustín en “de vera religione”.

Indudablemente, “el amor es fuerte como la muerte” (Cant 8, 6). Como Moisés, cuando quien tiene amor de Dios termina de rezar, al dirigirse al pueblo “su cara brilla por el óleo de la caridad divina” (Ex 34, 29). Para Guillermo, la verdadera sabiduría no se aprende en disputas de escuela (como decía Pedro Abelardo) sino amando a Dios y a los demás: “Esta es la escuela especializada de la caridad” (85). Además, “El Hijo de Dios se ciñó, en cierto modo, y salió para recuperar por la humildad a aquel que había perecido por la soberbia, pero que podía ser recuperado” (105).

José Carlos Martín de la Hoz

Guillermo de Saint-Thierry, Naturaleza y dignidad del amor. Edición bilingüe de Luis J. García-Lomas Gago, ediciones Sígueme, Salamanca 2023, 142 pp.