Amor inteligente

 

Tengo que reconocer que la cualidad más importante que descubrí en mi buen amigo el doctor Enrique Rojas, hace ya muchos años, es su extraordinaria capacidad de transmitir serenidad y paz.

Es más, debo añadir que escuchar al ensayista y catedrático de Psiquiatría Enrique Rojas, como leer alguna de sus innumerables obras, es siempre saborear un momento de paz y de tranquilidad, pues su discurso es habitualmente positivo, abierto y, sobre todo, pronunciado con seguridad.

Hay que añadir, que hay muchas personas que actúan de acuerdo con la seguridad de la coherencia, lo que les proporciona indudablemente una completa autoridad, pues nada hay más grato que descubrir mucha paz en el interior del que trasmite paz.

En esta ocasión, deseo referirme a una de sus obras más reeditadas, esta vez publicada en formato bolsillo, es decir, con amplia tirada, que tiene un título especialmente cautivador y que resume en gran parte el pensamiento del Doctor Rojas, como psiquiatra y como personalidad atractiva: “El amor inteligente”.

Precisamente, abría esta tarde el Nuevo y extenso catecismo de la Iglesia Católica, la parte tercera, en su parte moral, que arranca con un planteamiento inusitado: “La vida en Cristo” y, enseguida, se hace una referencia capital a la libertad: precisamente por que el obrar del hombre es libre, puede ser moral.

Sobre todo, el hombre puede vivir el mejor camino de amor trazado jamás: la senda de las bienaventuranzas, maravillosamente expuesto por san Agustín (como resumen el catecismo) y, enseguida dice el catecismo, que ha sido completado por Santo Tomas con la verdadera y autentica llamada a la plenitud de la santidad como llamada a la fecunda felicidad.

El resumen del libro está en la primera mitad de la obra cuando el autor recrea la definición clásica de los actos humanos como “los que proceden de una voluntad deliberada”, hasta confluir en ese acto supremo de la libertad que es aplicar la energía de la voluntad sólidamente dirigida por la inteligencia, hacía la persona amada en un acto de donación incondicionada que es el amor total (58).

Indudablemente, como deja caer muchas veces el autor, el verdadero y toral amor inteligente es el de Dios que nos crea a cada uno individualmente y pone en nuestras almas la energía de la libertad para, a continuación, derramar sobre nuestras almas el precio de su sangre infinita y donación inmerecida.

Había que llamar al hombre al amor y había que dejar claro cual era el valor, la consigna y el baremo: la medida del amor a Dios es amarle sin medida, de modo que el amor humano será inteligente cuando tiene claro el modelo, la modulación y la necesidad de reiterar cada día el acto donante. Ya lo expresaba san Juan de la Cruz: donde no hay amor, pon amor y sacarás amor: eso es amor inteligente.

José Carlos Martín de la Hoz

Enrique Rojas, El amor inteligente, ediciones Espasa Calpe, Barcelona 2002, 255 pp.