Es una pena que muchos de los escritores dedicados a la novela histórica, bastantes de ellos dotados de grandes cualidades literarias, por tanto, con capacidad de conectar con los intereses y valores del hombre y de la mujer de hoy, se estén engañando y rompiendo  el pacto de confianza que ha existido siempre en este género literario entre el escritor y el lector.

Tradicionalmente, el género literario novela histórica ha sido de los mejor aprovechados y que más beneficios personales ha producido a los lectores, pues además de deleitarse leyendo, se aprendía historia: se establecían diálogos entre lector y autor del tenor de: quizás ese personaje no existió, pero podía haberlo hecho y, efectivamente, hubiera reaccionado de ese modo.

Seguramente, la falta de buenos maestros en la historia, la falta de honradez de algunos autores para documentarse adecuadamente, la prisa por publicar más y más, ha llevado a que el fenómeno de la novela histórica que gozaba de buena salud esté comenzando a decaer –y mucho- en nuestra cultura, aunque todavía los ávidos lectores del género no lo demos por perdido.

Efectivamente, pensaba en todo esto, cuando me fui introduciendo en una novela histórica sobe Hipatia que tenía  mi alcance. Pronto quedé extraordinariamente defraudado por la pobre y falsa visión histórica de la Iglesia Católica del autor tal y como la describe en el siglo IV en Alejandría.

Precisamente, al comienzo del nuevo milenio se preguntaba el profesor Christoph Markschies, en la conferencia inaugural del curso académico de la Universidad de Heidelberg, una de las preguntas más interesantes que se han formulado repetidamente los historiadores de los últimos siglos: por qué sobrevivió el cristianismo en la Antigüedad y no las religiones que lo combatían.

Son interesantes los testimonios y las respuestas que va proporcionando Markschies, a lo largo de la conferencia y del libro que publicó unos años después donde recogía toda la argumentación, como especialista en la materia.

Lo que resulta un verdadero fiasco es que "casualmente coincidan punto por punto", esas argumentaciones, con las que el autor de la novela que ahora hablamos, sitúa en el discurso que pronuncia en el ágora un sabio del siglo IV.

formando uno de los mayores anacronismos cometidos por el novelista, José Calvo Poyato, al ponerlos en boca del filósofo Anaxágoras, en su novela histórica sobre Hipatia, situada en la Alejandría cristiana del siglo IV, bajo el mando del Patriarca Teófilo, sucesor de san Atanasio.

Desde luego, en general toda la obra es un despropósito por la presentación del autor y de todos los pensadores sensatos de la novela de unos cristianos fanáticos que solo queman teatros, la biblioteca de Alejandría y, en general, cualquier lugar, de promiscuidad o que discuten acaloradamente sobre disputas teológicas de la época.

José Carlos Martín de la Hoz

José Calvo Poyato. El sueño de Hipatia, Harper Collins Ibérica, Barcelona 2020, 446 pp.