Antropología de la integración

 

Me ha hecho mucha gracia descubrir cómo en los últimos días ha brotado la palabra integración en lugares muy distintos y con referencias bastantes dispares. Finalmente, me ha sorprendido el título del manual de antropología del profesor de la Universidad Pontificia de la Santa Cruz de Roma quien lo ha rotulado como “antropología de la integración”.

En cualquier caso, conviene recordar, en palabras del Romano Pontífice, que integración significa aprender a caminar cresteando sin caer ni a derecha ni a izquierda y, además, evitando bajar cómodamente al valle sino mantenerse en la cumbre para otear siempre el horizonte sin perder cota ni altura de miras.

El primer impacto del manual de antropología de Antonio Malo, se circunscribe exactamente a la cuestión de la integración, pues nos refiere en las primeras páginas que un manual de antropología no se decanta ni al cuerpo ni al alma sino al viviente, al que vive, pues lo integrador es el “actus essendi” que verdaderamente integra todas las facetas: entendimiento, voluntad, afectos y sentimientos.

Lógicamente, nos dirá nuestro profesor que quien actúa en el ser humano no es ni el cuerpo ni el alma sino el viviente (45), puesto que, según la antropología de la integración, es tan importante la unidad ontológica como la armonía de las virtudes o la heroicidad armónica de las virtudes (49).

Asimismo, conviene retener de la lectura de este manual que el ser humano está abierto a la trascendencia, sin ella no tendría sentido la unidad del ser y una apertura al absoluto en la verdadera libertad que es la “energía de la libertad” para el don incondicionado de si (53).

Si nos dice la antropología teológica que el hombre es imagen y semejanza de Dios y teniendo en cuenta que Dios en su vida íntima son relaciones subsistentes: Paternidad, Filiación y Amo; entonces, el hombre podría decirse que será esencialmente relación con Dios y con los demás.

En el ámbito de la antropología filosófica la relación sobrenatural se convertiría en natural-relacional, pues somos hijos en el Hijo y podríamos resumir la cuestión en que el hombre lleva una vida racional o relacional (55).”

Indudablemente la integración del plano natural y sobrenatural en la antropología del ser humano, habrá de conjugar la potencialidad y la consecuencia del acto, es decir que verdaderamente la libertad está en juego tanto para escoger y decidir como para poner en marcha la energía de la libertad, don inmerecido y precioso de Dios: “En el proceso que va desde la potencialidad de todo el ser vivo al acto hay tres etapas: dinamización, actualización y acción” (78).

José Carlos Martín de la Hoz

Antonio Malo, Antropología de la integración, Rialp, Madrid 2023, 380 pp.