Una de las características más importantes del verdadero y auténtico artista es una disposición habitual de humildad, pues cuando alguien dotado de sensibilidad, buen gusto y capacidad artística, intenta expresar la belleza que ha captado en un lienzo, en una sinfonía, en una fotografía o en cualquiera de las diversas manifestaciones de las obras de arte, siempre su autor manifestará su descontento y su desazón; pues para el artista siempre todo es poco o nada comparado con el modelos que deseaba reproducir, pues le parecerá que se ha quedado corto.

La belleza, como todos los trascendentales, es siempre, por definición, y en cualquiera de sus formas y facetas, belleza y, por tanto, por definición, irreproducible. Es más, de una inimaginable expresividad. De todas formas, también hay que reconocer que hay artes que proporcionan mayor expresividad que otras.

Luego, están los críticos de las artes que en realidad intentan dirigir al gran público, hacia las obras de arte más logradas, aunque lo que deberían hacer no es tanto denigrar al artista, puesto que por muy mal que lo haga hay que reconocerle siempre la buena intención, pues abrir el alma a la belleza y compartir su expresión, siempre es de agradecer.

En cualquier caso, hay que reconocer que, al artista de las nuevas artes, Agustín Fernández Mallo, le falta, como dicen un hervor, y sobre todo necesita repasar sus libros una vez escritos, pues si fuera más crítico con sus propias producciones reduciría algunas páginas de este libro, o en general, eliminaría algunos comentarios, por lo que la obra ganaría (123).

En esta obra, como reza su título: teoría general de la basura, hay joyas y basura, trigo y paja, y le sobran muchas páginas o metraje, en cualquiera de sus variadas expresiones, puesto que es un libro teóricamente de arte, con fotografías, gráficos expresivos, performance y termodinámica (94).

Es muy interesante las referencias a la metafísica de nuestro autor (327-329), en las que, por ejemplo, afirma que “lo característico de lo real, lo que lo define como tal, es que nunca se deja atrapar del todo bajo alegorías, representaciones o metáforas superadoras. Lo real es lo que en un momento determinado no admite una representación convincente, lo que, en definitiva, de momento, no puede ser superado por mecanismo alegórico ni tradición alguna” (327).

De hecho, terminar, con esta contundente afirmación: “Lo real es la problematización de la realidad. Naturalmente, tal problematización se da en todo tiempo y ámbito. Lo que aquí nos interesa es cuando, en los llamados productos artísticos, lo real problematiza su correspondiente realidad, su contexto” (329).

José Carlos Martín de la Hoz

Agustín Fernández Mallo, Teoría general de la basura. Cultura, apropiación, complejidad, ediciones Galaxia Gutenberg, Barcelona 2017, 450 pp.