Benedicto XVI: Cooperador de la verdad

 

Desde el domingo solemnidad de Santa María, Madre de Dios, los restos mortales de Benedicto XVI reciben el homenaje de los fieles con la oración y el agradecimiento por su fidelidad a Jesucristo y su entrega al servicio de la fe.

El Papa Francisco ha expresado su gratitud a Dios y a su antecesor: «Sentimos en el corazón mucha gratitud, gratitud a Dios por haberlo dado a la Iglesia y al mundo, y gratitud a él por todo el bien que cumplió y, sobre todo, por su testimonio de fe y de oración, especialmente en estos últimos años de vida retirada».

La Santa Sede ha difundido el testamento espiritual de Benedicto XVI escrito al principio de su pontificado, en el que pide «perdón de corazón» a todos aquellos a quienes haya «podido perjudicar en su vida» y hace una petición especial para todos los fieles: «¡Manteneos firmes en la fe! ¡No os dejéis confundir!». Y termina con una petición a Dios para que «pese a todos mis pecados e insuficiencias, me acoja en el hogar eterno. A todos los que me ha encomendado, día a día, va de corazón mi oración».

El lema episcopal de Ratzinger era «Cooperador de la verdad»: manifiesta que la fe y la razón van de la mano, y la misión de un cristiano, de un obispo y de un Pontífice es evangelizar salvando a las almas, salvando también a la inteligencia de los errores y los prejuicios. Esa verdad que es también camino y vida, es decir, el mismo Jesucristo.

Misión como Papa emérito

El alemán Peter Seewald ha publicado hace poco una obra voluminosa titulada «Benedicto XVI. Una biografía», siguiendo a Ratzinger desde su niñez y adolescencia hasta su servicio como Sumo Pontífice, pasando por su participación en el Concilio Vaticano II, y su misión en Roma durante muchos años. Termina con una entrevista o últimas preguntas que cobran ahora especial relevancia como resumen del legado magisterial y carismático que deja para la historia.

Siendo Papa emérito ha seguido la actualidad de la Iglesia sin interferir en el gobierno y magisterio que corresponden al Papa Francisco. A la pregunta sobre si ha escrito un testamento intelectual responde con un sí, que se explicita a continuación en respuesta a muchas preguntas de Seewald.

¿Contribuyó el llamado Vatileaks a su decisión de renunciar al ministerio petrino, le pregunta? Responde con valentía: «En mis Últimas conversaciones con Ud. Aclaré enérgicamente que mi renuncia no tenía nada que ver con el asunto del Paolo Gabriele. Si hubiera tenido que salir huyendo de incidentes semejantes, habría habido más ocasiones de esa clase». Y responde además que su renuncia no estuvo causada por una supuesto corrupción en la Curia vaticana.

Subraya Benedicto XVI en varias ocasiones que no se  ha entrometido para nada -a pesar de algunas habladurías- en el gobierno y decisiones de su sucesor Francisco,  y que su aportación como Padre es de naturaleza espiritual; por eso «Quien ve en la aplicación de esa imagen a la Iglesia actual [la nave zarandeada por las tempestades] -cuya verdad fundamental difícilmente puede ser negada en serio- una peligrosa intromisión en el gobierno eclesial participa de forma consciente en un intento, por entero ajeno a mi voluntad, de predisponer a la gente en mi contra».

Muy clarificadora en la explicación acerca de la verdadera amenaza para la Iglesia que es «la dictadura universal de ideologías en apariencia humanista a las que solo cabe contradecir al precio de quedar uno excluido del consenso social básico. Hace un siglo todo el mundo habría considerado absurdo hablar de matrimonio homosexual. Hoy, quien se opone a él es socialmente excomulgado. Otro tanto ocurre con el aborto y la producción de seres humanos en laboratorios. La sociedad moderna está formulando un credo anticristiano, y la resistencia a ese credo se castiga con la excomunión social. Es normal, muy normal, tenerle miedo a este poder intelectual del Anticristo, y realmente hace falta el apoyo oracional de una diócesis entera, de la Iglesia entera para oponerse a él». Y comento, este es un retrato con rasgos fuertes que va al fondo de lo que está pasando en la sociedad occidental que reniega de sus raíces cristianas, de la razón griega, y de la ley natural.

Otros muchos aspectos figuran en esta obra magna sobre el Papa emérito Benedicto XVI que permanecen ya para la historia, añadidos a su quehacer teológico, pastoral, y magisterial como Vicario de Cristo que ha transmitido la esperanza cristiana (su encíclica Spes Salvi,), la fe de la continuidad en la tradición viva (Carta Apostólica Evangelii Gaudium que terminó el papa Francisco), y su caridad ardiente en la encíclica Caritas in veritate[1].

Descanse en la Paz de Dios

En las exequias se seguirá la costumbre de enterrar a los papas con tres ataúdes, uno de madera de ciprés forrado de terciopelo carmesí (sangre como Jesús en la Cruz), otro de plomo (la doctrina inalterable de la Iglesia sin rupturas), y un tercero en madera de olmo (árbol que busca y extiende sus raíces en la fuente de agua viva).

Descanse en paz el querido Benedicto XVI y, como en el funeral de Juan Pablo II que presidió, nuestra oración le acompaña, y quizá el Espíritu Santo vuelva a mover las hojas del leccionario situado encima del féretro como el soplo de su gracia para la nueva evangelización de un mundo desnortado que busca a Dios sin saberlo o sin quererlo.

Vemos pues que estos tres últimos Pontífices han ejercido con acentos personales ser Vicarios de Jesucristo, el Buen Pastor, y que sobran las etiquetas y disyuntivas entre conservadores (supuestamente la Iglesia en Estados Unidos), progresistas (la Iglesia alemana), una Iglesia clásica y otra moderna, o una Iglesia encogida y otra de puertas abiertas. Es la única Iglesia de Jesucristo en la que actúa el Espíritu Santo, no solo en la Cabeza sino en los millones de fieles llamados a la santidad que se esfuerzan por extender el Reino de Dios a lo largo de la historia.

Benedicto XVI ha ofrecido una vida de servicio a la Iglesia y al mundo, también a la razón y a las conciencias. Ha muerto en sábado, día mariano y víspera litúrgica de la Maternidad Divina de María que presentará ante el Niño Dios al Papa teólogo que ha vivido con heroicidad la fe, la esperanza y la caridad.

Jesús Ortiz López

[1] Peter Seewald. Benedicto XVI. Droemer Velag. München, 2020. Mensajero,1150 págs.