Benedicto XVI en Sydney



            Acaba de terminar la Jornada
Mundial
de la
juventud en Sydney y es hora de empezar a meditar sobre la siembra efectuada
por el Romano Pontífice. Hace unos días comentaba asombrado un periodista que
aquella inmensa multitud de jóvenes bullangueros de tantos países del mundo, de
repente, se quedaran callados escuchando al Santo Padre hablarles del Espíritu
Santo.


            Lo asombroso es referirse al Espíritu Santo como un tema
complicado o complejo. En realidad, los cristianos, desde la más tierna
infancia escuchamos y estamos vivificados por el Espíritu Santo que inhabita en
nuestra alma desde el bautismo y que es quien nos enseña a amar.


            Cuando San Josemaría Escrivá de Balaguer, buscó en el
Nuevo Testamento una biografía sintética de Jesús anotó esta frase: "pertransit benefaciendo". Pasó por el
mundo haciendo el bien. El modelo es Jesucristo y el modelador es el Espíritu
Santo. Por tanto, también los cristianos, inspirados por el Divino Paráclito,
hemos de imitar a Jesús en ese atravesar el mundo haciendo el bien. Con el
Espíritu Santo actuando en nuestras almas, atravesaremos las dificultades
ordinarias y extraordinarias de la vida amando.


            En Geología se estudia un fenómeno muy interesante: la "socavacion
magmática": cuando el magma sube desde el manto superior y penetra en la
corteza, lo puede hacer subiendo por una grieta (por la diferencia de presión y
con la ayuda de los gases que contiene) o puede empapar de modo ascendente y
transformar los estratos metamorfizándolos. Veamos un ejemplo: para el primer
caso sería, un volcán y para el segundo la formación de las pizarras. También
se puede visualizar la socavación con un experimento casero: se toma una
cuchara con café y se deposita un terrón de azúcar. Enseguida, por la porosidad
asciende el café y todo el terrón en unos segundos se pone de color negro: es
decir, respetando la estructura, el café ha empapado el terrón de azúcar.


            Trascender, por tanto, es atravesar. Así se podía
traducir la biografía de Jesús que señalamos antes: "Atravesó el mundo haciendo
el bien". El alma atravesada por el amor, empapada de amor a Dios y a los
demás, puede transformar el mundo.


            Es completamente lógico que Benedicto XVI invite a los
jóvenes cristianos a dejar que el Espíritu Santo guíe sus pasos y construya el
proyecto de vida que Dios quiere para cada uno. Todo menos la mediocridad del
egoísmo, de la vida acomodada que se deja atravesar por las pasiones. No, el
dominio del propio yo, la apertura a Dios y a los demás, hará que atravesando
el mundo de amor lo transformemos en humano y divino.


 


José Carlos Martín de la Hoz


 


Para leer más:


 


Textos
de los discursos del Papa en Sidney