Benjamin y el materialismo histórico

 

Han pasado ya muchas décadas y, ni siquiera con el cambio de siglo y el nuevo auge de publicaciones sobre la filosofía del siglo XX en Europa, se ha llegado todavía a una conclusión clara y certera acerca del pensamiento histórico del intelectual alemán de origen judío Walter Benjamin (1892-1940) y es lógico, pues a mi modo de ver, falleció en circunstancias trágicas y en plena capacidad intelectual.

Es más, ni siquiera se puede hablar de un cuerpo de ideas más o menos coherentes, sino de sumatoria de aportaciones de desigual importancia, profundidad y extensión. De ahí que tampoco pueda llegarse a conclusiones certeras en esa faceta capital de la teoría marxista que se denomina “materialismo histórico”.

 Tampoco es cuestión de releer los muchos estudios, como el que ahora presentamos, que se detienen a estudiar entrelazadamente, ideas tan extremas como podrían ser el concepto de materialismo histórico, por un lado y, por otro en otro extremo, como el sentido de la trascendencia que, evidentemente, como buen judío ha aleteado en el alma de Benjamín.

Precisamente, en la edición que acaba de publicar Alianza editorial, colección universitaria de bolsillo, de las obras o ensayos breves acerca del sentido de la historia en la obra de Benjamin, junto con otros ensayos menores respecto a la misma materia, se adentra directamente en la tesis sobre la historia y el “materialismo histórico”, que pueden servir como eje para entender a nuestro autor.

Precisamente, en el último de los tratados recogidos en la presente edición, tratará del coleccionista de arte Eduard Fuchs y Benjamín se centrará en aplicar la teoría marxista del arte de este singular artista. Entonces Benjamín se referirá al materialismo histórico para intentar, sin lograrlo, hacerlo creíble: “el materialismo histórico concibe la comprensión histórica como una pervivencia de lo comprendido, cuyo pulso se percibe aún en el presente” (I, 150).

No es que el autor esté mal escogido, pues las manifestaciones artísticas, caricaturas irónicas de Fuchs sobre los políticos y las sátiras de los sucesos del momento, llevaron a la publicación de la que se encargaba a pasar de publicar dos mil quinientos ejemplares a sesenta mil, lo cual hacía viable la publicación, creaba puestos de trabajo y democratizaba y socializaba el arte.

Es más, algunos autores recuerdan que Fuchs incluso se atrevía en afirmar que popularizaba el arte. Desde luego sus jefes de la Münchener Post se pusieron muy contentos, así como también el propio partido socialdemócrata en el que militaba (152-153).

Es interesante que se refiera Benjamin al conocido aforismo que se recuperó en el marxismo en aquellos: “saber es poder”, que procuraban conjugar constantemente con el consiguiente lema socialdemócrata de “trabajo y formación” (155).

José Carlos Martín de la hoz

Walter Benjamin, Tesis sobre el concepto de historia y otros ensayos sobre historia y política, Alianza editorial, Madrid 2021 199 pp.