Camino de Emaús

 

El último libro del sacerdote y profesor universitario, Luis Cruz Ortiz de Landázuri, arranca sin más preámbulos, ni explicaciones, con unas palabras del Nuevo Testamento, que ya habremos leído y meditado muchas veces en el Evangelio de Lucas (Lc 24, 13-24), es decir, la escena de dos discípulos de Jesús que caminan hacia Emaús desanimados. Evidentemente, una cosa es leer esas palabras en nuestro cuarto, abriendo “al azar” el Evangelio, o un día cualquiera porque es el Evangelio de la Misa y, otra bien distinta, leerlas y meditarlas en un momento de oración delante del Santísimo Sacramento y en el mes de abril de 2020, en momentos de pandemia, con las calles vacías, la sensación de la incertidumbre más completa, con los médicos desbordados, la respiración contenida y el sonido de las ambulancias zumbando día y noche en el oído.

Efectivamente, nos dice, el profesor Cruz: “Dos amigos caminan desesperanzados, abatidos, llevan en sus corazones la derrota, la vergüenza y tantos sueños que no se han cumplido. Huyen de Jerusalén, de la desnudez de Dios, del escándalo de la Cruz, del fracaso de Jesús” (5). Entonces, sucede algo inesperado, Jesús que no los da por perdidos, se hace el encontradizo y comienza una larga y viva conversación que les devuelve la esperanza y la confianza, hasta el extremo de que exclaman convencidos: “quédate con nosotros” (Lc 24, 29).

El resto del libro es para leerlo despacio, a sorbos, pues no sólo cambia la vía de la prosa por la vía de la poesía y entonces de modo más íntimo, podemos revivir con el autor sus ratos de oración de aquellos meses siguientes, mientras que nosotros los revivimos y rezamos ahora.

Evidentemente, en la situación actual; con la vacunación en marcha, los turistas llenando de nuevo nuestras calles, con partidos de futbol con público, playas abarrotadas, con el reencuentro con los amigos de modo presencial, con el futuro abierto, no será lo mismo rezar con este libro, pero en cualquier caso nos servirá para aprender a hablar con Dios de modo sincero. Lógicamente, la catequesis cristiana, y enseñar a rezar con la propia oración es la mejor catequesis, aunque pasen los siglos siempre tendrá tres momentos importantes. El primero, la captación de la benevolencia, es decir, provocar el interés: y cuando alguien explica lo que reza es siempre interesante. En segundo lugar, mostrar que Cristo vive y está junto a nosotros de continuo: vive en nosotros y cerca de nosotros, entre nosotros. Finalmente, la delicadeza con la que Cristo se atiene a cada persona en la oración. El gran éxito del Profesor Cruz es la enorme naturalidad con la que desarrolla su vida de oración plasmada en estas páginas, pues en cierto modo desnuda su alna en beneficio de enseñarnos lo más importante de esta vida: aprender a rezar.

Efectivamente; no hace falta en la oración entrar en trance, ni hacer cosas raras, solo es necesario saber que El Resucitado está vivo, te escucha, te atiende, le interesas, te hace caso e incluso se ríe con tus ocurrencias.

José Carlos Martín de la Hoz

Luis Cruz Ortiz de Landázuri, En Jesucristo resucitado, ediciones letra grande, Madrid 2021, 126 pp.