Caminos de contemplación

 

Es muy interesante que en estos primeros años del siglo XXI el profesor, ensayista y escritor Rafael Narbona (1963) se haya detenido a escribir sobre la vida mística y los fecundos caminos de la contemplación y lo ha hecho con toda la seriedad que ha podido, pues la materia es evidentemente muy difícil y, además muy amplia, como explicaba acertadamente el profesor Reginald Garrigou Lagrange (1877-1964) en su famoso manual “Las tres edades de la vida interior”, especialmente en el volumen tercero.

Efectivamente, nuestro autor, siguiendo el ejemplo del sabio dominico mencionado, gran especialista en teología espiritual, esta materia debe comenzar por detenerse en la doctrina común aportada por los grandes autores de la mística católica medieval y moderna, para darles la palabra a los autores concretos.

Efectivamente, al hilo del profesor mencionado, Narbona, comenzará también con un primer capítulo general donde buscará también el testimonio de los grandes místicos y abordará sus reflexiones y escritos comunes al respecto intentando mostrar con un poco de sistemática lo que decía cada uno después de meditar sobre lo visto y oído en esos encuentros personales con Jesucristo en sus arrobamientos, oración de quietud, transverberación, etc.

Enseguida hemos de aclarar que el escritor Rafael Narbona, abandonará pronto las vidas de los grandes místicos católicos para buscar ejemplos, sobre todo del siglo XX, de autores y, en muchos casos, de personas que tenían conocimientos profundos de Dios y experiencias sobrenaturales, aunque no fueran cristianos, o no pertenecieran a la Iglesia católica. Evidentemente, también tratará de autores profundamente católicos, como Thomas Merton.

De este modo, el libro queda claramente descompensado entre la primera parte y la segunda, pues muchos de los autores historiados en la mitad posterior apenas llegan a la altura de los místicos castellanos, ni por los mensajes recibidos ni por la propia historia personal que es menos interesante y oportuna.

Lógicamente, si ha establecido en las premisas que la contemplación más profunda y duradera (199) es aquella que proviene del diálogo con la divinidad y, especialmente, con Jesucristo (63, 203), al citar autores que experimentaron fenómenos sobrenaturales, pero sin trato personal, perderá interés.

Especialmente pobre es la visión de Georges Bataille que realmente podría haber sido sustituido por otros muchos de los que su memoria has perdurado como fenómeno místico. Asimismo, no parecen cuadrar en este libro las figuras de Unamuno, aunque sea de un gran interés la historia de su vida (107) y su deseo de llegar a Dios, su incesante búsqueda que denomina su “honesta duda” (113) y la del poeta Rilke, aunque, lógicamente le proporcione lírica a la narración (121-122).

José Carlos Martin de la Hoz

Rafael Narbona, Peregrinos del absoluto. La experiencia mística, ediciones Taugenit, Madrid 2020, 204 pp.