Bruno Dumézil (1975), profesor de historia medieval de la universidad de la Sorbona ha tenido el acierto de poner por escrito los guiones de un documental sobre Carlomagno editado en 2021 por Frémeaux & Associés, sobre historia de la alta edad media que tanta fama y prestigio ha tenido en el mendo entero.
Lógicamente es distinto el tratamiento de la palabra oral y el de la palabra escrita, como lo es la diferencia entre una biografía seriamente documentada y una semblanza, por tanto, al leer este trabajo es importante retener las ideas que acabamos de exponer.
Habitualmente en este trabajo que ahora presentamos el autor deseará subrayar pocas ideas que estarán gráficamente expresadas y recalcadas y dejará otras facetas simplemente apuntadas o ligeramente oscurecidas.
Lo que acabamos de leer es ilustrativo para sacar fruto de la lectura de este trabajo y poder citarlo en una obra escrita o en un artículo de una revista, pues la obra que estamos reseñando está más en la línea de la interpretación de la historia que en la documentación subyacente a todo trabajo científico serio.
Por ejemplo, Bruno Dumézil, subrayará la importancia de Carlomagno como emperador de occidente que terminará por sobrevivir al imperio bizantino y que logrará ser el heredero del imperio romano que se situó al servicio de la Iglesia para su extensión en el mundo entero.
A la vez, magnificará el imperio como el constructor de la moderna Europa como lo sería también el camino de Santiago, pues lograría la unidad de la fe, la unidad de las naciones cristianas junto al santo Padre (la coronación en la navidad del 800 será clave) y la unidad cultural al poner en marcha las escuelas palatinas y recuperar la lengua latina.
Asimismo, no ocultará las tremendas debilidades de Carlomagno tanto en su vida personal como en el uso de la violencia para asegurar su imperio o en el uso de la violencia para lograr la unidad de la fe: “masacró 4500 prisioneros sajones en Verden, en el año 782 bajo acusación de infidelidad, a la vez política y religiosa” (125).
A la vez, Carlomagno “hacía que le leyeran a san Agustín durante sus comidas y soñaba con establecer la Ciudad de Dios en la Tierra. En esto le acompañaban algunos intelectuales que formaron parte de un proceso cultural ambicioso, en el que la reforma eclesiástica era solo una parte” (135). Finalmente, hemos de recordar las páginas que dedica Bruno Dumézil a la proliferación de las llamadas escuelas palatinas con las que deseaba alcanzar el renacimiento carolingio (137).
José Carlos Martín de la Hoz
Bruno Dumézil, Carlomagno, Punto de vista editores, Madrid 2025, 194 pp.