Comprar la libertad

 

Al terminar de leer y anotar el excelente trabajo de investigación publicado recientemente por el profesor López García de la Universidad Autónoma de Madrid, acerca de la vida cotidiana de la esclavitud en la capital de España en el final del Antiguo Régimen (1701-1837), deseo apuntar algunas cuestiones que animen a mucha gente a leer este trabajo.

En primer lugar, he de reconocer que después de muchos años de investigación sobre esta materia, siempre me impresiona leer la expresión: “comprar la libertad”, puesto que parece es increíble, como en este caso, que en Madrid, en la corte, después del Concilio de Trento, la Reforma Católica, los derechos humanos desarrollados en la legislación de indias etc.,  pudieran con toda naturalidad convivir en la Corte y en la calle, con esa lacra execrable de la esclavitud y, por tanto, atreverse a algo tan denigrante como comprar y vender la libertad de un ser humano dotado de la dignidad de hijo de Dios y de centro de la creación.

Indudablemente el cristianismo puso la primera piedra para la abolición de la esclavitud cuando consideró a los esclavos como personas humanas, cautivas cierto pero personas, es decir, cuando los admitió a los sacramentos, tanto del bautismo como de los demás, como se puede comprobar en una lectura atenta de las Escrituras y, por supuesto, de la vida de la Iglesia primitiva.

Reconocer que eran personas, chocaba frontalmente con la civilización occidental y por tanto comenzara a desaparecer el concepto de esclavo de la filosofía griega y del derecho romano que lo conceptuaba como una cosa animada y, por tanto, promovía y sustentaba una sociedad esclavista de mercados, de ventas y compras, de precios, legislación, etc.

Poco a poco, empezó a darse paso a la sociedad con esclavos, es decir, con hombres privados de libertad, que lógicamente terminarán por desaparecer, aunque todavía haya algunos países musulmanes que todavía admiten esclavos, aunque cada vez estamos más cerca de la pronta abolición total.

La cuestión es cómo se pudo tardar tanto tiempo, en el sucederse de una legislación cada vez más favorable al esclavo, desde la prohibición de la esclavitud indígena en América española en el testamento de la Reina Isabel que pasó a las leyes de indias (31); a la compra de esclavos a Holanda por parte de España para trabajar en el azúcar sin preguntar el origen justo de los mismos pues no deseaban inmiscuirse en las conciencias de los protestantes y judíos holandeses que controlaban el mercado (32) y, finalmente, a la abolición.

El impulso de la manumisión (137), la propia autocompra de la libertad de los esclavos como manifestación de lealtad (163) con sus dueños, la legislación más atenta a la atención pastoral de los esclavos en América, son pasos, pero verdaderamente lentos, todavía muy, pero que muy lentos.

José Carlos Martín de la Hoz

José Miguel López García, La esclavitud a finales del Antiguo Régimen, Madrid 1701-1837, Alianza editorial, Madrid 2020, 214 pp.