El profesor y ensayista, José Francisco Serrano fue durante muchos años decano de la Facultad de Comunicación de la Universidad CEU San Pablo, donde continúa impartiendo clases de Historia Contemporánea, de las ideas y teoría de la Comunicación, y actualmente, además de ser uno de los directivos de la Asociación de la Prensa española, colabora muy activamente en diversos medios como columnista de opinión y de cultura. Precisamente, hace unos días he podido leer detenidamente dos pequeños volúmenes publicados en la Universidad Rey Juan Carlos, en concreto en el departamento o seminario denominado “Oficina de Derechos humanos”, realizados en colaboración con otros expertos en derechos humanos, bajo la coordinación de Cristina del Prado Higuera y editados y distribuidos por Dykinson.

En el primero de ellos, publicado en el 2017, tratará de la transición española (25-31), subrayando la importancia capital de la prensa como informadora y equilibradora. En el segundo (2018) enmarcado en los años sesenta, se abordan temas tan interesantes como la revolución del 68, Martin Lutero King y Robert Kennedy. Nuestro autor se atreve a presentar a sus colaboradores de la prensa escrita y, en cierto modo también de otros medios generalistas, un código muy interesante, a modo de ejercicio de buenas prácticas y solidez para mejorar la profesión de comunicadores y, sobre todo, para ganar la confianza en los ciudadanos que han pasado del monopolio de la comunicación en muy pocos años a acceder a muchos medios de comunicación que, a su vez han ido comprimiéndose hasta ser gobernados por muy pocos (125-126).

En primer lugar, señalará la importancia de “levantar la mirada” al redactar la noticia para enmarcarla y situarla: “muchos periodistas económicos se contentan con hablar del sube y baja diario de los mercados, pero apenas `prestan atención a las corrientes de fondo” (125). Enseguida añadirá: “menos comillas y más datos”. Es lógico, pues ante la abundancia de información que comunicar, lo rápido es hacerlo sin cuantificar ni buscar datos para poder enmarcar. Los debates económicos y sociales requieren dar los datos completos e interpretarlos correctamente; cuanto menos ideologizado mejor.

A lo anterior añade nuestro autor: “más batas que corbatas”. Evidentemente, hay que buscar a los expertos para recabar opiniones fundadas sin limitarse a contar lo que otros dicen. Ahora bien, como hemos podido comprobar con el COVID-19, el asunto no es fácil, pues la epidemiologia es una parte de la ciencia médica que todavía depende mucho de la estadística y, además, no existe todavía una organización mundial de la salud con verdadero liderazgo científico.

Tengo que reconocer que la siguiente sugerencia me ha gustado especialmente: “La historia enseña” (126). Efectivamente, es maestra de vida y hemos de comprobarlo con las epidemias que se habían producido en Europa en el pasado dejaban curvas muy parecidas a las nuestras en los cuarenta días de rigor. Eso sí, la medicina actual ha demostrado su avance reduciendo drásticamente el número de muertos.  Finalmente, señalará: “Explicar con imágenes”. Una buena infografía, una fotografía, una curva o sencillamente un cuadro clásico, como las portadas de los discos. “la buena información económica es, además de precisa, interesante”.

José Carlos Martín de la Hoz