El análisis del poder en la China imperial clásica le sirve de modelo para lanzar una crítica al moderno sistema de partidocracias que vivimos actualmente en Europa y que está comenzando a periclitar.
El mundo de los emperadores chinos y su trato inhumano con sus asesores los llevó indudablemente a desarrollar técnicas mu sofisticadas para dar su opinión honrada y cabal al emperador en los momentos críticos del gobierno y, a la vez, decir las cosas de modo persuasivo para que el emperador no los enviara al suplicio o les diera directamente muerte en su presencia (30), sencillamente por no apoyar sus opiniones imperiales.
El título de la obra es exactamente “convencer o morir” pues le parece al autor, el historiador y especialista en cultura china, Juan Luis Conde (Ciudad Rodrigo 1959), que los asesores si fallaban en su argumentación eran enviados a la muerte más cruel y sádica.
Hemos cambiado el título del artículo, por “convencer o persuadir”, pues la moraleja que desea grabar nuestro autor es la necesidad entonces y ahora, de la “integración” o del “diálogo integrador”, es decir asumir los métodos orientales de persuasión para lograr ir todos a una en los tiempos que corren.
Los títulos de las armas dialécticas empleadas por los asesores y recogidos en los anales históricos del periodo, son suficientemente significativos: “ganar una discusión sobre un tema evitando hablar directamente del tema” (43). También “consejos para el buen gobierno” (55). En definitiva: “estrategia conversacional” (77).
Respecto a la guerra y las tácticas bélicas que debían adoptarse, los asesores debían recordar y dar al emperador consejos del siguiente tenor: “solo se empieza una guerra si se va a ganar” (71). A los generales había que animarlos a no comenzar la batalla hasta que estuviera ganada (72). En definitiva, nos dirá: “el estilo como arma” (83).
Juan Luis Conde, realizará algunas comparaciones con Maquiavelo, Mazzarino, Richelieu, Fouché, y otros famosos malabaristas pero nos parece que es difícil extraer algún beneficio pues realmente en Europa existía cierta moral que impedía dar muerte al consejero si las respuestas no eran del agrado.
Finalmente, conviene recordar algunos consejos dirigidos al emperador, lo que denominará nuestro autor “el arte de sonsacar”, por ejemplo “el talento de actor acompaña al talento de orador” (86). Y este otro de gran interés: “quien sabe escuchar, sabe adaptarse, mimetizarse (103). Para terminar, señalará dos más: para poder conocer a los demás será necesario el conocimiento propio (105) y, por supuesto, elegir bien los consejeros (179).
Juan Luis Conde, Convencer o morir. El peligroso arte de la política en la época dorada de la China antigua, Arpa, Barcelona 2025, 216 pp.