El libro que deseamos comentar seguidamente está perfectamente resumido en el título de la obra; la correspondencia entre el recientemente fallecido José Jiménez Lozano (1930-2020) y el afamado intelectual historiador Américo Castro (1885-1972).  En realidad las pocas cartas (34 cartas en total entre 1967 y 1972) que se escriben entre Jiménez Lozano y Américo Castro y las pocas horas de conversación que tuvieron lugar entre ambos, "a primera vista" no darían para un libro de la envergadura que ahora se ofrece. Pero, ahí está la habilidad de los editores que han sabido montar muy bien la joya y hacer atractiva y fecunda una breve y tardía relación. Sobre todo respecto de Jiménez Lozano que vivirá, después de la breve amistad, muchos años más. Así pues, Guadalupe Arbona y Santiago López-Ríos, han sabido, desde el epistolario que se conserva entre ambos y, en general, desde el archivo de Alcazarén donde vivía Jiménez Lozano, realizar este trabajo y otros que se apuntan en la introducción general. En esta ocasión los autores se centran en la aportación mutua entre Américo Castro y Jiménez Lozano en lo referente a la historia de la religión en España. En efecto Jiménez Lozano redactor del Norte de Castilla es encargado desde su periódico de cubrir el Concilio Vaticano II y, por tanto, debe hablar en sus crónicas no solo de los textos que aprueba el Concilio sino, sobre todo, de la interpretación de esos textos conciliares.

Actualmente, el llamado fenómeno de contestación que se produjo en la iglesia en España y en general en Europa, suele resumirse en la confrontación, entre una hermenéutica de la continuidad en la Tradición y una hermenéutica de la ruptura con dicha Tradición. La historia es bien conocida y está explicada sucintamente en el texto, aunque le falte la clave final: la convivencia y confluencia entre ambas posturas terminaron por conformarse en términos generales tras el largo pontificado de veinticinco años de San Juan Pablo II quien, habiendo sido padre conciliar, logró no sólo interpretar el Concilio, en sintonía con el Espíritu Santo y llevar a la Iglesia al comienzo del siglo XXI y corroborarlo con el Pontificado de Benedicto XVI.

Ahí están los verdaderos frutos conciliares: Las Actas de Constituciones y Decretos que siguen alimentando la vida de la Iglesia, los abundantes documentos magisteriales que tocan todas las cuestiones claves del hombre contemporáneo, el renovado Código Derecho Canónico, el Catecismo de la Iglesia Católica, la verdadera reforma de liturgia de la Iglesia y la renovación apostólica y social de la Iglesia, con el nuevo episcopado, las nuevas vocaciones, etc.

La otra cuestión es la mentalidad de Américo Castro quien en toda su vida defendió que el enigma histórico de España, incluso los violentos ataques anticlericales el XIX y la guerra civil, se debía a la intolerancia de los cristianos viejos que habrían aplicado la mentalidad y los Decretos del Concilio de Trento hasta el Vaticano II sin admitir el diálogo con los cristianos nuevos, ni reconocer en la espiritualidad española ninguna aportación ni del judaísmo ni del islam.

José Carlos Martín de la Hoz

Américo Castro-José Jiménez Lozano, Correspondencia, Introducción, edición Crítica y notas de Guadalupe Arbona y Santiago López Ríos, editorial Trotta, Madrid 2020, 239 pp.