Cristianismo y laicidad



            El filósofo Martin Rhonheimer
ha reunido en un solo volumen diversos trabajos en torno a cristianismo y
laicidad. Como expresa en el subtítulo: historia y actualidad de una relación
compleja. Verdaderamente es y ha sido una relación compleja y, como insiste el
autor, parece que en una sociedad democrática ha de ser así; en una sana
tensión. El autor aporta ideas de gran interés.


            Recuerda Rhonheimer, tomando
como base los Evangelios que "el cristianismo afirma la intrínseca bondad,
racionalidad y autonomía de las realidades terrenas: no las somete, por tanto,
a la esfera religiosa, desde un punto de vista gnoseológico, metafísico y
práctico. Sin embargo, al mismo tiempo contempla estas realidades terrenas como
necesitadas de redención" (p.25). En efecto: "por primera vez en la historia, el
cristianismo reconoce que las cosas temporales, la política y las instituciones
jurídicas de la ciudad terrena responden a una lógica interna, autónoma e
independiente de la religión" (p.26).


            Así queda palpable en la primera literatura cristiana: "para
ser cabalmente cristiano y para vivir en plenitud la propia fe no se
consideraba necesario un sistema social, político y jurídico derivado de la fe"
(p.28). Rehecho, los primeros cristianos: "Lo único que reivindicaban del poder
político era la libertad y su plena igualdad como ciudadanos. Deseaban la
tranquilidad y la libertad de pedir vivir conforme a la fe, de practicar sin
cortapisas ni discriminaciones el culto cristiano, y de atraer hacia la fe a
quienes así lo quisieran. Para ellos, ni la fe cristiana ni el impulso
apostólico de la vida cristiana se hallan en oposición al poder no-cristiano
romano" (p.30).


            El autor resume los presupuestos cristianos en dos:
"primero, el primado de las relaciones espirituales sobre las temporales; y
segundo, la ordenación de lo terreno y temporal a lo celeste y eterno. Para la
Iglesia, estos dos principios son requisitos teológicamente fundamentales y
doctrinalmente irrenunciables" (p.32). Y, añade, "La fe cristiana reivindica el
hecho de ser medida y juez de todo ordenamiento, porque lo contempla a la luz
de la dignidad del hombre en cuanto ser creado a imagen y semejanza de Dios y,
por eso, con un destino eterno" (p.33).


            Posteriormente, realiza un somero recorrido histórico,
que es lógicamente breve y matizable, para concluir. "La época moderna será la
que nos enseñe que al poder político no lo controla un poder
espiritual-religioso, sino otro poder político. Aquí reside la esencia del
constitucionalismo, del parlamentarismo y de la democracia constitucional,
representativa y parlamentaria moderna. Sin embargo, como veremos, eso no hace
superfluo un poder espiritual independiente, como es el de la Iglesia" (p.63).


            Respecto a la declaración Dignitatis humana: del Concilio Vaticano II,
señala: "El planteamiento ya no se centra en el ‘derecho de la verdad’, sino en
el derecho de la persona a seguir la propia conciencia en materia de práctica
religiosa, libremente y sin injerencia ni coerción del Estado, aun en el caso
de que, desde el punto de vista de la verdad religiosa, su conciencia sea
errónea" (pp.92-93). Por eso: "La Iglesia de hoy quiere respetar esta laicidad,
con todas la imperfecciones y fallos que comporta. Acepta igualmente el
pluralismo que se deriva de esa laicidad: no lo concibe simplemente como una
postura estratégica, sino como una exigencia doctrinal, moral y evangélica. Y,
al mismo tiempo, no cesa de ejercer su misión de anuncio de la Verdad y de
clarificación de las conciencias" (p.160).           


 


José Carlos Martín de la Hoz


 


Martin RHONHEIMER, Cristianismo y
laicidad.
Historia y actualidad de una relación compleja
, ed. Rialp, Madrid 2009, 200 pp.