La literatura sobre la represión en la Unión Soviética es abundante, hay obras importantes sobre los gulags y otras formas drásticas de represión, como Los relatos de Kolimá, de Shalamov, Un día en la vida de Ivan Denísovich y otras de Soljenitsin, El vértigo y El cielo de Siberia de Eugenia Ginzburg, Vida y destino de Grossman, La quinta esquina de Izrail Metter o Un mundo aparte de Gustav Herling, por citar algunas.

Julian Barnes, en El ruido del tiempo (Anagrama), nos adentra en otro tipo de represión, a través de la vida del gran compositor Shostakóvich. Este no sufrió la cárcel ni los campos de concentración ni tampoco se planteó la posibilidad del exilio. Estuvo a punto de ser purgado, cayó en desgracia en tiempos de Stalin, pero fue rehabilitado con Jruschov y premiado tanto en la Unión Soviética como lejos del Telón de Acero, e incluso, hacia el final de su vida, se afilió al Partido comunista, presionado por el régimen.

La novela, muy bien escrita, nos relata momentos destacados de la vida del compositor y la lucha de este con su conciencia, lo que deja en él un poso de amargura, de duda, un sentimiento de cobardía y traición, frente a los que se han manifestado abiertamente contra la opresión comunista, aún a costa de la libertad, de la vida o del exilio.

Un texto lleno de matices, porque el miedo, la preocupación por no comprometer a las personas queridas, el deseo de seguir componiendo la música que uno libremente quiere, a cambio de algunas concesiones a los dictados del poder, pesan mucho a la hora de ir tomando decisiones. Y aquí radica la grandeza y la miseria del gran compositor ruso.

Los esfuerzos de las autoridades soviéticas por dominar la cultura llegan a situaciones muchas veces trágicas, pero también a otras ridículas. Todo está muy bien descrito por Julian Barnes, que nos ofrece una situación particular sobre algo universal: los intentos del poder por imponer determinados enfoques culturales y artísticos y la respuesta de los artistas, bien sea de sometimiento e incluso adulación bien sea de rebeldía. Barnes pone en boca de Shostakóvich opiniones muy duras sobre artistas e intelectuales de Occidente que elogiaban el comunismo mientras vivían alegremente como buenos burgueses, mirando a otra parte, ajenos a los padecimientos de millones de personas.

Luis Ramoneda        

Julian Barnes. El ruido del tiempo. Anagrama. 2016