Del héroe al conciliador: ayer y hoy de Israel



Muchos empezamos a conocer la
historia del moderno Israel en libros como Exodo
de León Uris, o el archifamoso Oh,
Jerusalén
de Lapierre y Collins, ambos llevados al cine en una
adaptación clásica con Paul Newman de protagonista y una
adaptación moderna del director Elie Chouraqui respectivamente. Aquel
renqueante barco llamado Exodo se disputaba las pantallas pocos años
después con un Kirk Douglas que daba vida al coronel americano David
Marcus, encargado de organizar al que se convertiría con el tiempo en uno
de los ejércitos más eficaces del mundo, en una película
ya clásica: La sombra de un
gigante
. Podríamos seguir con más títulos de
películas y series de televisión, por no hablar de los libros,
pero es innecesario seguir con la enumeración para distinguir sus rasgos
comunes.


 


Héroes de ficción o
reales, como en el caso de Marcus, la literatura que recoge la fundación
del Estado de Israel se basa en el presupuesto clásico de que para que
haya aventura tiene que haber un claro enfrentamiento o, dicho en otras
palabras, buenos y malos.


 


Uris y Lapierre y Collins, como
tantos otros, enfrentan al pueblo judío con las autoridades inglesas,
los buenos y los malos. En la película de Marcus el Estado de Israel ya
está en marcha precariamente y el enfrentamiento es con los
árabes vecinos. Buenos y malos.


 


Aparte de consideraciones
históricas y políticas que ahora no vienen al caso, es
interesante el giro que Amós Oz ha logrado dar a la literatura
"fundacional" israelí. En la lectura de Una pantera en el sótano se logra romper de una manera sutil
esta división clásica de la literatura. Al igual que la dura
película Munich, lo que
pareció heroico en su momento se vuelve en contra del propio
héroe. Intuyo que Oz nos quiere transmitir un mensaje semejante en su
breve novela.


 


Aunque sea cierto que el
resquemor entre británicos y judíos era real y que hubo abusos y
asesinatos, no es menos cierto que las posibilidades de entendimiento, nos da a
entender Oz en esta novela, eran igual de reales. Los ingleses, conscientes de
que su papel de guardianes era muy frágil, veían próxima
la retirada. Los judíos, confiados en que tenían la
posición moral más fuerte y la fuerza vital suficiente tras haber
sufrido intensamente, sabían que estaban allí para quedarse. Pero
no a cualquier precio, tal vez nos diga Oz.


 


A los ojos de un niño, que
había tomado partido por los suyos claramente, podemos ver estas
realidades que se ocultan tras los grandes héroes. El único acto
heroico de la novela lo llevan a cabo los padres del protagonista, con un
heroísmo que podemos tildar incluso de cotidiano, lejos de las grandes
aventuras narradas en textos anteriores. Los soldados ingleses, desganados,
tampoco ponen mucho de su parte para localizar a los extremistas. No hay
grandes pasiones, tal vez haya cotidianeidad y un espíritu que mira
hacia atrás sin odio y que suspira por la conciliación de Israel,
con su presente y con su pasado. Posiblemente con una reflexión de fondo
que nos susurra que habrá que pensar si los medios que se pusieron eran
desproporcionados a los objetivos y que si los medios que se ponen actualmente
también lo son.


 


Ver y juzgar desde la
cómoda Europa es muy fácil, porque los conflictos los vemos de
lejos, pero al menos desde el mundo de las literaturas no deja de ser
significativo que se haya dado un cambio de timón en el modo de
presentarnos con perspectiva histórica unos hechos que tanto
están condicionando el presente.


 


Carlos
Segade


Profesor del Centro Universitario
Villanueva