Cada vez son más los intelectuales y pensadores que reclaman una filosofía y, sobre todo, una antropología renovada que proporcione savia y fuerza para lanzar una nueva cultura y una nueva civilización. Este mundo necesita un urgente giro realista en su filosofía y en su metafísica para poder afrontar los problemas de este mundo global y decadente en el que estamos viviendo.
José María Carabante acaba de realizar una magnífica traducción y edición de uno de los libros de mayor calado del pensador alemán Josef Pieper (1904-1997) que seguramente colaborará en el objetivo que acabamos de señalar. Debemos abandonar los caminos del idealismo y del inmanentismo para regresar a sendas seguras de realismo susceptibles del diálogo entre los hombres para realizar juntos proyectos que devuelvan al hombre su dignidad.
Nada mejor para ello que volver a leer a Josef Pieper y adentrarnos con él a “descubrir la realidad para desempolvar este mundo y percatarse “de que hay costuras prodigiosas y huellas divinas. Es aquí donde se halla la médula de la metafísica, que desvela la condición de todo” (17).
Enseguida encontraremos en este trabajo que “El engarce entre la teoría realista del conocimiento y la ética intelectualista constituye la base de toda argumentación que revela la conformidad del bien con la realidad. Asimismo, es la estructura en la que se sustenta la fundamentación de dicha tesis” (29). Por eso, afirmará Pieper: “la robusta cadena que engarza el bien y lo real se compone de las siguientes piezas: realidad objetiva, razón teórica, razón práctica, acción moral” (52). Para Kant el centro de gravedad ha pasado del objeto al sujeto (53).
Respecto a las raíces señala que: “La primera gran ruptura de la cultura occidental, como consecuencia de la cual se llegó hasta el punto de despreciar e incluso olvidar, esa verdad, fue resultado del humanismo renacentista que, precisamente en sus corrientes contrarias a la tradición, vivía de impulsos de raíz platónica (y neoplatónica). Lo mismo cabría sostener del aristotelismo formado por la misma época” (103). Lorenzo Valla atacaba duramente “más de una forma retórica y pasional que en toda su hondura, la doctrina clásica de los trascendentales” (104). En efecto: Los humanistas y hasta Bacon lucharon contra los trascendentales “aunque sin aludir expresamente a la verdad de las cosas” (105). Para Hobbes la verdad está en el lenguaje no en las cosas (105).
Finalmente, nos dirá Pieper que en plena polémica panteísta en Alemania se alumbró la idea de un dios extramundano que satisfizo plenamente a los deístas. La aparente solución se oponía a la teodicea realista de Santo Tomás para quien Dios es el ser por esencia y el hombre el ser por participación: “oportet quod Deus sit in ómnibus rebus et intime” (147)
José Carlos Martín de la Hoz
Josef Pieper, El descubrimiento de la realidad, edición y traducción José María Carabante, Rialp, Madrid 2024, 216 pp.