Diálogos sobre la belleza

 

Hay trabajos de investigación humanística que son el fruto de una extensa reflexión intelectual, del acopio de ideas de otros y, por tanto, de las síntesis elaboradas en el propio pensamiento y destinadas, finalmente, a clarificar el panorama actual del entramado intelectual o simplemente a aportar luces a los problemas candentes de los hombres.

Otras obras, como el trabajo del profesor Juan Ramón García Morato que deseamos comentar ahora aunque sea brevemente, denominado “Aprender a querer, saber vivir”, trasluce claramente los intensos diálogos del maestro con sus alumnos de la Facultad de Medicina de la Universidad de Navarra (24), en las clases de antropología y ética que, como se puede observar por el textos y las anécdotas recogidas en él, fueron indudablemente inolvidables, tanto para los alumnos que escucharían atentos e intervendrían, como para el propio profesor que, tiempo después, redacta recordando y disfrutando al revivir las clases (23).

El hilo conductor de este trabajo, es el discurso de Benedicto XVI cuando afirmaba sencillamente que la Jornada Mundial de la Juventud de Colonia (2004) en la que se había embarcado, consistiría en explicar a aquellos millones de jóvenes (la llamada juventud del papa) la hermosura de la fe cristiana, su maravillosa armonía y belleza divina revelada (55).

Evidentemente, leer estas páginas, asistir a aquellas clases, tomar determinaciones de amor y de coherencia, son un reto, un riesgo, pero también son una invitación a la verdadera felicidad (74); la que procede de la íntima convicción de estar haciendo lo que Dios quiere en connivencia de amor y de vida con el Creador, pues ese es exactamente el lugar adonde estamos destinados: nuestro lugar (117).

El gran descubrimiento de este libro es que aprender a querer y saber vivir, como reza el título del mismo, es sencillamente responder a una invitación personal de Dios a cada hombre en cada momento de la historia. Lógicamente se vive en plenitud cuando se responde a la llamada de Dios (123).

Sabíamos, porque nos lo han explicado muchas veces y más reciente y solemnemente el Concilio Vaticano II, en la Constitución dogmática, Gaudium et spes, que el hombre es la "única criatura en la tierra a la que Dios ha amado por sí misma" (GS 24,3). Consecuentemente, a pesar de las miserias y debilidades del hombre, Dios nos ama tanto que ha creado todo y cada una de las partes del universo para cada uno de nosotros. Pero es muy distinto, cuando personalizamos esto y nos sabemos particularmente amados.

En ese sentido nos explica el profesor García Morato que evangelizar, es sencillamente compartir nuestra dicha y felicidad con nuestros compañeros de trabajo, amigos y familiares, pues tanta dicha no cabe en un solo corazón, necesita contagiarse y expandirse hasta llegar al último rincón de la tierra (155).

José Carlos Martin de la Hoz

Juan Ramón García-Morato, Aprender a querer, saber vivir, ediciones Eunsa, Pamplona 2009, 491 pp.