Diario en prisión (I)

El Diario en prisión del cardenal George Pell (Ballarat-Australia, 1941) es denso en ideas, por lo cual es útil sistematizarlas y ordenarlas en apartados.

1. En prisión el Cardenal lleva una vida rutinaria, sigue la Misa por televisión -en la cárcel no puede celebrarla-, reza el breviario, pasea durante una hora por el exterior y lee las cartas que le llegan. Está en aislamiento por su propia seguridad ya que ha sido condenado por aparentes abusos sexuales a menores, pero se sabe inocente y ha recurrido la sentencia. Pell se propone aprovechar el tiempo que le toque estar allí. "Una de las claves para sobrevivir en la cárcel -escribe- es centrarse en lo que uno puede hacer, en lugar de lamentar lo que no" (pág.131). Una de las maneras de aprovechar el tiempo será escribir un Diario, ya que opina que "escribir es una buena terapia cuando se está en prisión" (391). Compara su situación con la del Cardenal vietnamita Francis Van Tuan, que permaneció en prisión durante trece años, la mayoría en aislamiento absoluto, mientras que él puede  hacer llamadas telefónicas, recibir visitas los martes y jueves, así como recibir a sus abogados en cualquier momento. Reza: "Ayúdame a ser agradecido y conservar el sentido del humor" (pág.154).

Reflexiona que "mi conservadurismo social y mi defensa de la ética judeo-cristiana han suscitado la hostilidad del público y más entre los secularistas militantes" (pág.52); "la hostilidad se da incluso entre los católicos" y "hay sacerdotes encantados con mi sentencia" (pág.278). Opina que "soy una víctima de las políticas identitarias" (pág.239). Se entiende por políticas identitarias aquellas que dividen la sociedad en grupos con intereses teóricamente distintos, que tratarían de imponerse unos sobre otros: Ricos y pobres, empresarios y trabajadores, hombres y mujeres, jóvenes y mayores, heteros y homosexuales, creyentes y ateos, católicos y anglicanos, europeos e indígenas australianos, etc. Este tipo de políticas dividen y siembran el rencor entre los ciudadanos. El Cardenal recuerda "cuando les negué la comunión en la catedral a los que -desafiantes- lucían bandas arco iris" (pág.131). Pell pide en su oración ser capaz de cerrar las heridas y de curar la división (pág.121).

Pell recibe multitud de cartas. Escribe: "Las oraciones y apoyo que he recibido de cientos de personas han contribuido a mi equilibrio espiritual y psicológico" (291). Los corresponsales se refieren a la crisis de la sociedad, de la Iglesia y a la condena del Cardenal. Uno de ellos opina que "las falsas acusaciones se deben a mis esfuerzos por corregir los escándalos financieros y la conducta desordenada en el Vaticano" (pág.131). Otro: "Has ayudado a la Iglesia en Australia a desembarazarse del liberalismo, guiándola de nuevo a la belleza de la fe. Ahora debes pagarlo" (pág.169). Y otro añade que "usted expresó la verdad cuando todos callaban" (pág.241). "Muchos de los remitentes -afirma el Cardenal- son conscientes de la amarga lucha entre el bien y el mal, la fe y la hostilidad, el relativismo y la tradición judeo-cristiana" (pág.75). Algunos de sus corresponsales le animan diciéndole que sus sufrimientos darán mucho fruto para la Iglesia, que está pagando por los pecados de otros y que, al conocer su caso, muchos católicos tibios están volviendo a la práctica religiosa.

Juan Ignacio Encabo

Cardenal George Pell, Diario en prisión,  Palabra 2021