Siempre me he preguntado por las causas del fenómeno gay. Lo he hecho desde que un compañero de mi suegro nos contaba, con lágrimas en los ojos, como su padre se divertía con sus amigas mientras que su madre permanecía en casa atendiendo a los hijos. Este hombre nunca se casó, trabajó como anticuario, iba de vacaciones con hombres solteros como él y disfrutaba de la amistad de actrices que frecuentaban su casa. Mi suegro no decía de él que fuera homosexual -que hubiera sido una acusación fuerte en aquellos años- pero decía que tenía matriz, o sea, que actuaba como una mujer.