Educar la imaginación en el centenario de Dante

 

Es extraño, en el fondo, pensar que la imaginación y la educación son cosas opuestas. Sobre todo, porque a lo largo de la historia de la humanidad, en todas las culturas, educar ha consistido, principalmente, en educar la imaginación. Pero nosotros, contemporáneos de nosotros mismos, hemos llegado a pensar que la imaginación es una válvula de escape emocional, algo que debe tener lugar fuera del aula. Sin embargo, nunca ha habido educación moral valiosa sin cuentos, poemas, relatos, novelas… sin tomarse en serio la imaginación. La modernidad, cuando se pone ilustrada, desconfía de la imaginación; cuando se pone romántica, desconfía de la razón. ¿No sería el momento de superar estas oposiciones? Una imaginación razonable necesita educación. Una razón imaginativa, también. Es lo mismo: para aspirar a ser quienes queremos ser, hemos de poder imaginarnos. Tener imágenes de nosotros mismos, propuestas atractivas, imágenes disponibles. Lo dice hoy el filósofo MacIntyre, y ya lo había dicho Aristóteles, de otra manera, hace veinticinco siglos.

Celebrar el séptimo centenario del fallecimiento de Dante significa, entre otras cosas, celebrar la educación de la imaginación a través de la poesía. A través de la poesía narrativa -y vale para cualquier narración, aunque no vaya versada-, Dante enseña a ver lo que la vida es y debería ser: nos enseña a vernos como somos y como podríamos ser. El mundo representado en la Divina Comedia es una ventana imaginativa a posibilidades de ser: más humanos, mejores, eternos… experimentando vicariamente la desdicha y la bendición, el aire gélido del corazón del infierno, y la claridad inefable porque:

Yo estuve allí, en el cielo que recibe

la mayor luz y vi cosas que nadie

puede decir si desde allá desciende.

¿Y cómo estar allí, desde aquí, si nadie lo imagina, y nos lo cuenta?

 La poesía, y la literatura en general, se esfuerza en encontrar una expresión memorable para lo que percibe como memorable en la vida, en la más prosaica y, al tiempo, misteriosa. Por eso seguimos leyendo la Divina comedia, ¿porque quién no se sueña -se imagina- eterno?

José Manuel Mora-Fandos

Dante Alighieri, La Divina Comedia. Quadserns Crema. 2019.