Repetía muchas veces un eminente académico, notario y catedrático de derecho civil, el profesor navarro José Javier López Jacoisti que en alemán hay un dicho lleno de sabiduría que rezaba: “el aire de la ciudad hace libre al hombre”. Verdaderamente tenía razón, como se puede comprobar fácticamente con un sencillo paseo por una gran ciudad cualquiera.
Respirar libertad es esencial para el ser humano, para quien pueda marcarse sus propios objetivos en la vida, decidir cuáles van a ser sus amores, sus proyectos, sus ilusiones, sus fines y sus amistades. Puede aplicar libremente la educación recibida y labrarse un porvenir.
Asimismo, puede levantarse después de tropezar y caer y retomar el camino o cambiar de rumbo, pues la libertad como autodeterminación al bien requiere reflexión, meditación, búsqueda serena de la verdad y pedir consejo.
Un día, el Fundador y Gran Canciller de la Universidad de Navarra, San Josemaría vino a la universidad y don Eduardo Ortiz de Landázuri le dijo: “Padre nos pidió que hiciéramos una universidad y ya está hecha. No hijo mío, le contestó, os dije que os hicierais santos haciendo una universidad y todavía os queda para lograrlo”.
En ese sentido conviene leer el libro del que fue profesor de la Universidad de Navarra, Esteban López Escobar (Valencia 1941, Pamplona 2025), acerca del amor esponsal de los siervos de Dios Eduardo Ortiz de Landázuri y de la sierva de Dios Laura Busca Otaegui su amada esposa.
Esteban había preparado con mucho cariño la presentación del que sería su último libro y del que pudo corregir personalmente las galeradas y había deseado que recorriéramos diversas ciudades del país, pues tenía mucho cariño a este matrimonio que está actualmente en la fase romana de su proceso de beatificación y canonización y le ilusionaba mucho colaborar en esta causa para proponer modelos e intercesores para muchas familias cristianas.
Cuando veo la portada que escogió ediciones Palabra para esta semblanza, me acuerdo de una expresión muy teológica y muy humana: “el amor humano es transformante”. Ellos dos se quisieron tanto que lograron crear un hogar luminoso y alegre donde ellos mismos, como en la fragua del amor, alcanzaron el temple de las virtudes heroicas y de la heroicidad heroica de la virtud.
La clave de este libro nos la dio san Josemaría: “os he dicho que os hicierais santos haciendo una universidad”. Ahora voy a detenerme en algo mucho más cercano: se amaron tanto Laura y Eduardo que pudieron sacar adelante una santidad, un amor, de tal calibre que sacaron adelante una familia y una universidad y un montón de familiares y de familias amigas, de modo que podremos decir hoy con palabras de la Escritura santa: “Por sus frutos los conoceréis” (Mt 7,15).
José Carlos Martín de la Hoz
Esteban López Escobar, Laura y Eduardo. una historia de amor. Matrimonio Ortiz de Landázuri, Palabra, Madrid 2025, 318 pp.