El amor y los filósofos



Entre las obras publicadas del filósofo y ensayista
José Ortega y Gasset se encuentra una recopilación de conferencias y artículos
de prensa dedicados al amor. Como en el resto de sus trabajos se aprecia una
fina intuición y una gran profundidad a la vez que utiliza un lenguaje sencillo
y asequible.


Tomando
la definición clásica delinea el amor como una donación del amante sobre el
amado, de una actividad, que saca a la persona de sí para darse y entregarse.
Por eso, toda la primera parte de este trabajo se dedica a caracterizar el
verdadero amor y distinguirlo del egoísmo. Y, sencillamente, dice: "hay amores
que no lo son" (p.25).


En
cambio en el verdadero amor se produce un autentico fluir, un movimiento
centrífugo: "en todo amor reside un afán de unirse el que ama a otro ser que
aparece dotado de alguna perfección" (p.33).


Cuando
el amor ha pasado la fase de enamoramiento, la fase de la donación y ha llegado
el compromiso matrimonial y se entra en el amos esponsal, pueden llegar los
hijos, que son la expresión física de un amor espiritual: "el hijo no es del
padre ni de la madre: es unión de ambos personificada y es afán de perfección
modelada en carne y hueso" (p.35).


Ha
llegado al final, y parece que lo ha hecho deprisa, así que vuelve a la primera
fase, la del enamoramiento para detenerse con mayor cuidado en ella: "el estado
amoroso implica una sobreactividad de la conciencia"
(p. 37). Y añade, poco después: "el enamoramiento en su iniciación, no es más
que eso; atención anómalamente detenida en otra persona" (p.43). "para el
enamorado la amada posee una presencia ubicua y constante" (p.45). Es decir,
castizamente: sorber los sesos.


Todavía
se detendrá Ortega en recordar que "no todos se enamoran por lo mismo" (p.49). Pero
quien se enamora, queda distraído, sufre de un "encantamiento" (p.50).


Tras
tratar del amor místico (itinerario de la mente hacia Dios (p.51)), vuelve a
las fases del amor, así señala el comienzo del amor compartido: "cuando hay
correspondencia sobreviene el período de unión transfusiva,
en que cada cual traslada al otro las raíces de su ser y vive no desde si mismo
sino desde el otro" (p.55).


Un
amor que debe cultivarse cada día con detalles, con actos de amor para que vaya
a más: "el amor vive del detalle. La belleza que atrae raramente coincide con
la belleza que enamora" (p.74).


En
este momento se detiene nuestro pensador para preguntarse qué es lo que
enamora. Por una parte señala certeramente que no es lo mismo los hombres que
las mujeres. Para el hombre: "la gracia expresiva de un cierto modo de ser, no
la corrección o perfección plásticas es, a mi juicio, el objeto que eficazmente
provoca el amor" (p.75).


Respecto
de la mujer, señala que quizás tardan más en enamorarse (p.91) y añade: que
todo comienza cuando se fijan en alguien: "es preciso que antes se fije en él"
(p.100). Seguidamente subraya que manifiestan un decidido entusiasmo por la
mediocridad (p. 101). Y añade: "el hombre interesante es el hombre del que las
mujeres se enamoran" (p.147) y cuando parece que va a decir quien es el hombre
interesante simplemente concluye: "según se es así se ama" (p.154).


 


 


José Carlos Martín de la Hoz


 


 


J. ORTEGA Y GASSET, Estudios sobre el amor, ed. Alianza, Madrid 2009, 250
pp.