El anhelo de Dios

 

El cardenal Kasper (Brenz 1903) ha llegado a la edad de la jubilación y la ha sobrepasado con amplitud e incluso ha superado la barrera de los noventa. Sus amigos, discípulos y colegas han decidido reunirse en una publicación para recordar al maestro y editar un libro homenajes sobre “el anhelo de Dios”, con el que agradecerle su amistad y magisterio.

Precisamente, el cardenal Kasper había escrito que “El anhelo del corazón humano es tan grande que solo Dios es suficientemente grande para satisfacerlo”. De ahí parte el tema que aúna los escritos que se reúnen en este magnífico trabajo.

Es más, el propio Kasper también había escrito, y viene recogido en el prólogo de su discípulo Augustin: “Dios es el amor que lo engloba todo y a todos; como tal, es el fundamento y la meta del hombre” (12).

De ese modo, en el primer capítulo el coordinador del volumen Augustin, comenzará su intervención volviendo a incidir en las mismas ideas ya expresadas: “El fundamento y sentido de la Iglesia es, sin embargo, un nombre, una persona: Jesucristo” (17). Efectivamente, al ahondar en el fundamento, en Cristo, la Iglesia se ha relevante y encuentra su identidad (18).

Enseguida nos dirá Augustinus, siguiendo las enseñanzas de Kasper, que no se trata de hablar de Dios o de Jesucristo por hablar, sino de mostrar “que el Dios revelado en Jesucristo no es otro que el creador del mundo y, por tanto, el Dios uno y único por excelencia”. Finalmente, tras hablar de la Iglesia como depositaria de la fe que mantiene despierto el anhelo de Dios y de las realidades celestiales afirmará: “es preciso redescubrir el amor a Dios y vivirlo más conscientemente” (19).

Consecuentemente nos dirá Augustinus: “La existencia de Dios es una existencia para nosotros, los seres humanos. Él está eficazmente presente para nosotros y nuestra salvación. Si Dios existe para nosotros, lo primero que debemos hacer es, por gratitud, demorarnos en su presencia y vivir para glorificarlo” (20).

En ese sentido, concluirá el razonamiento con estas palabras: “Vivimos el amor a Dios cuando esperamos con humilde confianza en el auxilio divino y permitimos al poder transformador de su Espíritu que actúe en nosotros. Es el anhelo de vivir ante el rostro de Dios. Este amor confiere a la vida sentido y dicha” (22)

Se requiere una voluntad siempre nueva de renovarse, en el sentido de las palabras de Jesús a Nicodemo en el Evangelio de Juan: “si uno no nace de nuevo, no puede ver el reinado de Dios” (Io 3, 3). Así nos incorporamos a la polifónica comunidad narrativa y a la renovación de la Iglesia como reino de Dios” (144).

José Carlos Martín de la Hoz

George Augustin (ed), El anhelo de Dios. Libro homenaje a Walter Kasper, Sal Terrae, Bilbao 2023, 150 pp.