El año Galdosiano

 

En las marquesinas del centro de Madrid han aparecido desde hace ya unos meses carteles del Ayuntamiento de Madrid, anunciando el año 2020 como “el año galdosiano”.  Es decir, la corporación municipal ha decidido dedicar un sentido homenaje a la vida y obra del célebre escritor y pensador, Benito Pérez Galdós (1843-1920), canario de nacimiento, quien llegaría a la capital de España en 1862 para realizar sus estudios de derecho y terminaría por convertirse, como suele ser habitual, en un madrileño más castizo que los castizos, hasta encontrar la muerte en su casa de la capital en 1920.

Su conocimiento del callejero madrileño, costumbres, historias, arte, hábitos de vida,   estudios de la lengua y del carácter de los madrileños de toda clase y condición, puede comprobarse en sus episodios nacionales y en el resto de sus obras, pues Galdós es esencialmente un observador y un costumbrista, capaz de meterse en la piel y en el modo de pensar de las gentes con las que convive de modo que, después, de modo natural, en sus obras hay siempre retazos autobiográficas  de su vida y de la de sus vecinos, escenas contempladas o imaginada,  pero que podían haber sucedido hace un rato y que se las han contado con todo detalle.

El problema de Galdós es que termina por reflejar su propia alma a base de amar a las personas con las que trata, a Madrid y sus madrileños y, a través de sus constantes viajes por España, a los españoles, de modo que cuando comienza a escribir en los periódicos de la capital, ya no puede dejar de hacerlo; de ser periodista pues ha encontrado el modo de comunicar lo que siente, como un pintos cuando pinta o un compositor cuando escribe música. De hecho, uno de los grandes aciertos de esta biografía es haberla llenado de ilustraciones de Madrid y de otros lugares, de los dibujos y caricaturas que él mismo Galdós hacía, pues siempre fue y vivió como un artista de la cabeza a los pies.

Asimismo, la biógrafa que ha contado para la ocasión, Carmen Bravo-Villasante es también una afamada escritora y novelista, con lo que la conjunción del personaje con la mano que lo describe no podía haber sido más feliz y lograda, hasta convertir este trabajo entre los más renombrados títulos de la colección de la famosa colección de “novelas y cuentos” que editó Magisterio español y cuyos títulos podrían, muchos de ellos, ser reeditados por su categoría, hondura, agilidad y buen estilo.

Un buen amigo de Galdós, el escritor y novelista santanderino, José María de Pereda (1833-1908), le acusó públicamente de convertirse en un volteriano y de atacar despiadadamente a la Iglesia Católica en sus episodios nacionales y sobre todo en su novela “Gloria”. Inmediatamente, Galdós que vivía encerrado para escribir una novela cada tres meses, hubo de esperar un poco hasta poder tener tiempo para contestar y así sucesivamente, terminando por convertir el trance en un apasionante diálogo entre fe y razón. La diatriba será larga, profunda y apasionada (77-103).

José Carlos Martin de la Hoz

Carmen Bravo-Villasante, Galdós visto por sí mismo, colecciones novelas y cuentos, ediciones magisterio español, Madrid 1970, 316 pp.