Ha querido Benedicto XVI inaugurar un año paulino en la
Iglesia Católica

para conmemorar los 2000 años del nacimiento del último de los Apóstoles. Para
conocer esta figura colosal, vale la pena leer el trabajo del Profesor Herranz
sobre San Pablo, donde, con una exégesis rigurosa y accesible, nos hace cercano
al Apóstol de los gentiles.


            Comienza el Prof. Herranz estudiando los títulos de
humildad y servicio con los que San Pablo comienza sus cartas: siervo,
administrador, fidelidad: "El Apóstol es
un siervo que maneja los bienes de Dios, un administrador que custodia y
distribuye los tesoros de Dios, un legado que habla las palabras de Dios
"
(p.42)


            Además en estos tiempos de racionalismo y de
desconfianza, resultan muy importantes las Cartas de San Pablo, pues él es un gran
testigo de
la Tradición. El primer Evangelio, fue escrito por Marcos y se sitúa en el año 64,
es decir 34 años después de la fecha probable de la muerte de Jesús. Durante
ese tiempo, se predicó el Evangelio en diversos lugares, se reflexionó sobre
ese anuncio, dándole una sistematización teológica, que es lo que hizo San Pablo.
De hecho, los Evangelios se escribieron después de que Pablo elaborara
prácticamente toda su teología. En torno al 62, todas las Cartas habían sido
escritas, incluidas las pastorales. Podemos decir que, en aquellos años, los
Evangelios sufrieron una evolución más teológica que biográfica, porque los
hechos y dichos de la vida de Jesús estaban ya comprobados.


            Por otra parte, como recuerda Gerald O’COLLINS: "Las cartas de San Pablo
representan una espina clavada para cualquier tesis sobre un presunto
desarrollo gradual de la fe de los cristianos en la divinidad de Jesús.
Alrededor de 230 veces se denomina en esas cartas (datadas desde el año 50
hasta aproximadamente el año 62) a Jesús crucificado y resucitado el Señor
aplicándole el nombre utilizado más de 7.000 veces en el Antiguo Testamento
para designar a Dios: Adonai en los textos hebreos y Kyrios en la traducción
griega, la versión que leían normalmente los primeros cristianos
"(
Gerald O’COLLINS-Mario FARRUGA,
Catolicismo: historia y dogma, ed.
Herder, Barcelona 2007,
p.207).


            La aportación de San Pablo es clave
para asuntos tan determinantes como la historicidad de la Pasión y muerte de
Jesucristo como de su gloriosa Resurrección. Como insiste José Miguel García: "La afirmación de que el tribunal supremo
judío condenó a Jesús por blasfemo no se encuentra sólo en los Evangelios, sino
también en los Hechos de los Apóstoles, las cartas de San Pablo y la epístola a
los Hebreos. De igual modo, el judaísmo oficial asume este hecho como
verdadero, según queda reflejado en la Misdrha y en el Talmud
"(
José Miguel GARCÍA, Los orígenes históricos del cristianismo, ed. Encuentro, Madrid
2007,
p.179).


            Finalmente, el profesor Herranz,
recuerda a San Pablo, como un hombre de gran fe: "Una vez predicado en un lugar, el Evangelio encontrará el modo de
penetrar en todo el territorio
"(p.87). Pues,
añade, "Parece como sí el Apóstol diese
por supuesto que en todo convertido a la fe de Jesucristo nacería a la vez el
creyente y el apóstol"
(p.89). Por tanto, para nosotros, la vida de San
Pablo es un ejemplo de fe y de vida de fe que se convierte en misión.


José
Carlos Martín de la Hoz


 


Para
leer más:


 


Herranz, M. (2008) San
Pablo en sus cartas
, Madrid, Encuentro


Muñoz Iglesias, S. (2005) Por las rutas
de San Pablo
, Madrid, Palabra


Dreyfus, P. (2007) Pablo
de Tarso, ciudadano del imperio
, Madrid, Palabra