El buen humor de san Josemaría

 

El santo Padre San Juan Pablo II en la inolvidable ceremonia de la canonización de san Josemaría, el 6 de octubre de 2002, le denominó solemnemente en la Plaza de San Pedro, como el santo de lo ordinario, pues había alcanzado la santidad correspondiendo a las abundantes gracias del cielo, a través y en el desarrollo, de los quehaceres ordinarios del cristiano.

Asimismo, solía recordar san Josemaría que el 2 de octubre de 1928, cuando Dios le iluminó sobre la realidad del Opus Dei, el día de su Fundación, lo único que poseía era 26 años, la gracia de Dios y buen humor: es decir, que todo en el Opus Dei, lo había hecho Dios.

En ese sentido, una de las características esenciales de la espiritualidad del Opus Dei es la filiación divina que se concreta en el optimismo, en la alegría y el buen humor características del que se sabe hijo de Dios en todo momento y, por tanto, trabaja confiado en la fuerza de Dios.

La lectura de este libro de anécdotas de la familia aragonesa de los Cremades-Sanz Pastor es la historia del encuentro de un santo aragonés con una familia aragonesa normal, una familia cristiana y numerosa, donde brotó inmediatamente una simpatía mutua.

Una familia en la que san Josemaría descansaba y en donde todos confiaban en él sus preocupaciones y sus alegrías; es decir, en el santo de lo ordinario, en el santo de la sonrisa y en el santo del buen humor.

El autor, Javier Cremades, médico, sacerdote, es uno de los diez hijos del matrimonio Cremades-Sanz Pastor de Zaragoza, quizás representativo de la categoría humana y sobrenatural de aquellos hombres y mujeres cristianos normales, unos del Opus Dei y otros no, pero todos identificados con el espíritu de san Josemaría.

Hay que reconocer que algunas de las anécdotas ya se las había oído contar muchas veces a Javier. Siempre con la expresividad y el acento de la tierra que le han caracterizado siempre.

Una de las veces en las que la narración fue más completa y fluida fue en un autobús por las calles y carreteras de Roma, mientras nos dirigíamos al aeropuerto de Fiumicino para tomar el avión y regresar a Madrid después de haber asistido a la canonización de san Josemaría. La peculiaridad es que en esa ocasión Javier tomó el micrófono del bus y nos amenizó aquella larga travesía romana, a una expedición formada por los obispos auxiliares, vicarios episcopales y delegados de la diócesis de Madrid. Fue el mejor final de fiesta al regreso de tan emotivo acto, pues la expresión de la alegría de san Josemaría y el buen humor con anécdotas expresivas y familiares nos ayudó a conocer y querer a ese nuevo santo que la Iglesia había propuesto como modelo e intercesor para todo el pueblo de Dios. Invito al lector a quedar prendado de la alegría de un santo.

José Carlos Martin de la Hoz

Javier Cremades, Los planes de los Cremades. Una familia amiga de san Josemaría, ediciones Letra grande, Madrid 2020, 196 pp.