Julia Navarro regresa a las librerías con una novela histórica de gran calado y envergadura. Como en sus trabajos anteriores, utiliza el relato de varias historias dentro de una historia para aportar viveza a la narración.
En su anterior novela, Dime quien soy, abordaba el siglo XX desde el ángulo de una mujer que había vivido el comunismo, el nazismo, la segunda guerra mundial y el desarrollo del comunismo hasta la caída del muro de Berlín.
En esta ocasión, la mirada de Julia Navarro se dirige a los orígenes y desarrollo del conflicto palestino–israelí. Para lo cual presenta el siglo XX desde sus inicios en Rusia para, desde allí, abordar los comienzos de la revolución bolchevique, el mundo de los zares, el socialismo y, a la vez, el imperio otomano, los imperialismos francés e inglés en el Oriente Medio y el flujo de judíos rusos a Palestina impregnados del socialismo que aplicaron en los primeros asentamientos palestinos: los kibutz.
Paralelalemente, la autora muestra el desarrollo del sionismo, de la persecución de Hitler a los judíos y el origen del estado de Israel. Con esos parámetros llegará al actual problema Palestino. Es decir, la llegada de miles de judíos, que huían de sus países de Europa y América para encontrar sus raíces y, sobre todo, una nueva vida. Paralelamente se describen las vidas y la situación de los palestinos que iban perdiendo sus tierras, en las habían vivido durante siglos.
Lo que daría lugar a un gran tomo de historia contemporánea, Julia Navarro lo sustanciará en la narración de la historia de dos familias, judía una y musulmana otra, que comparten y viven en un lugar de Palestina cercano a Jerusalén: el denominado Huerto de la esperanza.
Las páginas del libro muestran las creencias personales y familiares, las utopías del siglo XX, la limitación de las ideologías y la fuerza de la familia, del amor y la amistad, junto con las miserias humanas.
Poco a poco la relación de intimidad y confianza entre las dos familias, se transformará en recelos y luchas. Pero Julia Navarro intentará mostrar una y otra vez que con la amistad y el diálogo todo es posible.
La religión aparece en la novela, en las vidas que describe, como cultura, raza y lengua, no como relación personal con Dios. Quizás esté ahí la clave para solucionar el problema, todo problema.
José Carlos Martín de la Hoz
Julia Navarro, Dispara, yo ya estoy muerto, ed. Plaza y Janés, Barcelona 2013, 905 pp.