El Corpus de Toledo

 

Ahora que se acerca el Corpus de Toledo y volvemos a admirarnos de una manifestación de fe de siglos y de grandioso arte del pueblo cristiano, conviene releer las palabras de Ratzinger: “La Misa es el sacrificio común de la Iglesia, el cual el Señor ora con nosotros y para nosotros y a nosotros se entrega. Es la renovación sacramental del sacrificio de Cristo; por consiguiente, su eficacia salvífica se extiende a todos los hombres, presentes y ausentes, vivos y muertos” (146). Estas palabras están tomadas del famoso trabajo del periodista Vittorio Messori: “Informe sobre la fe”, publicado hace más de treinta años, que se ha convertido en una fuente fundamental para conocer de cerca la historia de la teología y de la espiritualidad de la segunda mitad del siglo XX.

Como se recordará ese trabajo, es el fruto de las largas conversaciones del cardenal Joseph Ratzinger, entonces Prefecto de la Congregación para la doctrina de la fe, con el periodista italiano más conocido del momento y autor de libros de gran tirada, Vittorio Messori, en el año 1985, es decir, diez años después de acabar el Concilio Vaticano II. En esas páginas, escritas de largas e intensas conversaciones, se hacía un extenso balance acerca de las raíces y esperanzas del Concilio, así como del fenómeno de la contestación acaecido después del Concilio Vaticano II y, en general, de la interpretación del propio Concilio.

Precisamente, uno de los temas más importantes y más queridos al cardenal Ratzinger, es la cuestión de la liturgia, el espíritu de la liturgia de la Iglesia, como se puede observar leyendo los índices de las obras completas del cardenal y del papa Benedicto XVI, que está publicando en castellano la Biblioteca de Autores cristianos.

La renovación del movimiento litúrgico que produjo grandes frutos en el siglo XX y cuya expresión magisterial mayor se encuentra en la Constitución Sacrosantum Concilium, se renueva constantemente en la vida de la Iglesia, en el silencio celebrativo y en la realidad sacramental. La Iglesia, como dice Ratzinger “crece en silencio” (51). Además, añade, somos Iglesia de comunión: “Fe significa creer juntamente con toda la Iglesia” (61).

Las páginas dedicadas a la liturgia en el “Informe sobre la fe”, son de una gran importancia: “Para el cristiano, la liturgia es el hogar común, la fuente misma de su identidad: también por esta razón debe estar predeterminada y ser imperturbable, para que a través del rito se manifieste la santidad de Dios” (139). Y, también, de una gran belleza: “Se ha olvidado que el Concilio por actuosa participatio, entiende también el silencio, que permite una participación verdaderamente profunda y personal, abriéndonos a la escucha interior de la Palabra del Señor. Ahora bien, en ciertos ritos no ha quedado ni rastro de ese silencio” (140).

Precisamente al contemplar las custodias con Jesús Sacramentado recorriendo las ciudades y plazas del mundo entero, ante la oración y adoración de los fieles, volvamos a las palabras de Benedicto XVI: “La eucaristía es el núcleo central de nuestra vida cultual, pero para que pueda ser ese centro necesita un conjunto completo en el que vivir” (147).

José Carlos Martín de la Hoz

Cardenal Joseph Ratzinger, Informe sobre la fe, entrevista de Vittorio Messori, ed. BAC, Madrid 1986, 220 pp.