El derecho protege la vida

 

La ventaja del derecho y de la justicia es que nunca prescribe y, aunque haya pasado mucho tiempo, la verdad siempre acaba resplandeciendo, pues terminará por imponerse frente a las arbitrariedades y a las interpretaciones falsas de la ley realizadas para dañar a otros o para imponer un criterio injusto sólo por el placer de experimentar el poder. Es muy interesante la lectura de la historia del derecho en España que acaba de aportar el ensayista español Juan Granados, pues muestra claramente cómo siempre el derecho terminó por salvaguardar la vida y la persona humana.

Solamente, gracias al respeto a la ley y al derecho, se puede construir una sociedad verdaderamente democrática en la cual evidentemente todos somos iguales ante la ley y por la que nos defendemos de las decisiones injustas o malintencionadas de los falsos gobernantes a quienes la historia juzgará indefectiblemente.

Asimismo, los juicios inquisitoriales terminaron por desaparecer pues nadie puede juzgar el interior de las personas, ni obligar a cambiar de parecer en materia opinable, ni siquiera a alcanzar la gracia de la conversión mediante el uso de la violencia.

Como recordaron muchas veces los primeros Padres de la Iglesia tanto orientales como occidentales, solo existe un camino para alcanzar la conversión de las almas para que den más gloria a Dios: el camino de la persuasión.

Lógicamente, quienes gobiernan una sociedad han de contar con los órganos de asesoramiento previstos y han de considerar la necesidad de la integración de las opiniones contrarias pues no debe perderse ni las energías de las almas, ni los puntos de vistas do otros pareces ni contrarios ejercidos libremente con deseos de contribuir al bien común.

Evidentemente, como está subrayando el santo Padre Francisco con el concepto de sinodalidad, es preciso que quienes gobiernan sociedades eclesiásticas o civiles presten atención a las opiniones de los súbditos pues si éstos no se sienten escuchados dejarán de sostener con su libertad la sociedad correspondiente y evitarán apartar nuevas ideas y energías para esperar a que caiga quien gobierna y sus gerifaltes que solo aplauden las decisiones ajenas sin involucrarse en ellas.

La ventaja de las decisiones jurídicas en una sociedad democrática es que siempre se puede recurrir cuando existen motivos fundados y tarde o temprano puede restablecerse la justicia y con ella la verdad. Como afirmaba Benedicto XVI, siempre nos queda el consuelo del juicio universal, donde todo quedará palmario y cada uno recibirá lo que merece.

José Carlos Martín de la Hoz

Juan Granados, Delito y castigo en España, Del talión a nuestros días, Arzalia ediciones, Madrid 2023, 251 pp.