El fin de la clase ociosa

 

Las monarquías europeas se fueron configurando y sustentando durante muchos siglos, sobre la figura del Rey y la familia real, pero también fueron muy importantes los nobles que les rodeaban y colaboraban fielmente con su persona, sus familias y con sus bienes. Además, hay que contar como base de la monarquía, la fidelidad y obediencia de los que trabajaban en las casas reales y de los grandes títulos y, en general, con el fervor y la devoción del pueblo que los sostenía con su confianza y veneración, especialmente la burguesía que aspiraba a pertenecer al primer estado (19).

Con el desarrollo de la cuestión social, la implantación de un modelo de sociedad industrial, donde el campo iba quedando deshabitado, con el nacimiento de las grandes compañías y corporaciones y finalmente la Banca, la nobleza tuvo que adaptarse a la nueva situación (23, 29).

Es interesante, en esa línea, el excelente y bien documentado trabajo publicado hace pocos años por el joven profesor de la Universidad Autónoma de Madrid, Miguel Artola Blanco, sobre la adaptación de la nobleza española; latifundista y rentista, que comienza a viajar (Madrid se les queda pequeño afirman) al nuevo modelo de sociedad que se abre en Europa a comienzos del siglo XX.

En primer lugar, los nobles se incorporan, además de al ejército, como era habitual, y a la administración de su patrimonio, al mundo de la política, de la Banca, de la Industria. De modo, que los nobles irán participando cada vez más en los Consejos de Administración de las grandes corporaciones que fundan ellos o en las que invierten, también sucederá como consecuencia de una mejor preparación profesional (57).

Es interesante, como nuestro autor ha llegado a la comprobación de que en nuestro país suceden casi las mismas pautas para la nobleza de las ya establecidas y publicadas sobre los nobles en Inglaterra y Francia tras el final de la primera y Segunda Guerra Mundial, que en el caso de nuestro país se adelantará al final de la guerra civil y al comienzo del franquismo, la única diferencia es que eran más religiosos en España (78).

Es interesante comprobar cómo se traduce en España la misma convicción que sucederá poco tiempo después a muchos de los nobles en Europa, la fuerte seguridad de que ha terminado un ciclo histórico y de que "la nobleza ha pasado sencillamente de moda" (222, 254, 269, 271). Seguramente, tuvieron mucho que ver el hecho de haberse arruinado muchos de ellos, tanto por el fin de las rentas agrarias, las expropiaciones, los expolios, las ventas apresuradas de las posesiones urbanas, joyas, etc., para sobrevivir a las guerras que asolaron Europa en el siglo XX (230, 236).

Asimismo, la imparable ascensión de las grandes empresas y el aumento del número de inversores entre la burguesía, harán que ya no quedarán las grandes fortunas exclusivamente entre los nobles y algunos más, sino que se desarrollará una amplia masa de hombres influyentes (242, 247, 250) y una fuerte clase media (23).

José Carlos Martín de la Hoz

Miguel Artola Blanco, El fin de la clase ociosa. De Romanones al estraperlo (1900-1950), ed. Alianza editorial, Madrid 2015, 312 pp.