El fondo de la filosofía de Wittgenstein

 

Es interesante el fenómeno que se ha producido del resurgir del filósofo Ludwig Wittgenstein en la historia de la filosofía contemporánea, pues ha pasado de ser denostado como un excéntrico y desequilibrado que derrumbaba su propio sistema de pensamiento, a aprender algunas de las muchas lecciones de su filosofía, independientemente de su locura. Es también interesante el esfuerzo de honradez con el que quiso comportarse toda la vida, que le llevó a considerarse como un segundo destructor de la biblioteca de Alejandría, pues arremetía con vehemencia contra toda forma de sofisma, de metafísica barata, o por la falta de ética (14).

Vamos a releer la detenida e interesante aproximación que ha realizado la profesora Carla Carmina, de la Universidad de Extremadura, acerca de la vida y la obra del filósofo austríaco-inglés Ludwig Wittgenstein. Enseguida, la autora de este ensayo nos sitúa ante el nombramiento de Wittgenstein como el filósofo del posmodernismo por antonomasia y por encima de cualquier otro, de modo que al explicarlo realiza un análisis del pensamiento posmoderno.

En, efecto resume la cuestión del siguiente modo: “el posmodernismo convencido de que no hay discurso que se salve del metarrelato, es decir, que toda teoría es en el fondo una narración con pretensiones autolimitadoras, autojustificativas y autoexplicativas, convencidos de que no hay verdad y de que todo vale lo sismo, siente muy de cerca una filosofía como la de Wittgenstein, que no quiere decir nada, es decir, que en principio carece de sus propias teorías filosóficas, y que se limita a poner las cosas en si sitio, eliminando los males causados por los poderosos sistemas filosóficos que lo habían precedido”.

Poco después, añadirá unas palabras a modo de resumen de los límites de la propia obra que va a redactar: “Wittgenstein no quiso decir nada, no pretendió construir otro metarrelato, otra teoría auto legitimadora. Ni siquiera su filosofía más joven que en el fondo, ya era terminal, en tanto que pensaba erradicar la propia necesidad de la filosofía” (16).

La autora comenta brevemente lo que llama ella la cuestión clave, o dicho de otra manera más esencial: “la pregunta principal era si acaso el lenguaje servía para hablar del mundo, si no existía un abismo insalvable entre las palabras y las cosas. Como observarán en los siguientes capítulos, las dos obras fundamentales de Ludwig Wittgenstein, el Tractatus y las Investigaciones, constituyen dos respuestas muy diferentes a ese interrogante” (35).

Enseguida, nos recordará con gran profundidad que el Tractatus de Ludwig Wittgenstein culmina con “una profunda reflexión de corte ético acerca de los límites del lenguaje” (69). Ahora recordemos que las Investigaciones publicadas en 1951, después de su muerte: “desmontó la idea de que el significado de una palabra fuera algo inmutable que la acompañase siempre” (14).

José Carlos Martín de la Hoz

Carla Carmona, Ludwig Wittgenstein. La consciencia del límite, ed. Shackleton books, Barcelona 2019, 172 pp.