El fundamento histórico del Primado de Pedro

 

Dentro del tesoro de la revelación cristiana confiada a la Iglesia para su conservación, profundización y trasmisión hasta el fin de los tiempos, destaca como una joya de gran importancia para la Iglesia: la sucesión apostólica y, en particular, la petrina en la figura y persona de Pedro y sus sucesores como obispos de Roma.

Los textos que se presentan al estudio y profundización de los estudiosos de la materia, y que se recogen en este volumen, están coordinados y propuestos por el catedrático emérito de la Universidad de Cantabria (España) Ramón Teja y corresponden al encuentro de investigadores y estudiosos que tuvo lugar en la Universidad de Bolonia del 5 al 8 de marzo de 2018 y que acaba de editar Trotta.

Es muy interesante que el profesor Ramón Teja en la introducción al volumen haga una referencia expresa al primado de Pedro como un dogma, de hecho, fundamental de la Iglesia católica y, a la vez, recalque con mentalidad científica que “para los historiadores de un hecho histórico producto de las circunstancias en que nació y se desarrolló la figura del obispo en el Imperio romano” (14).

Indudablemente, con los datos históricos en la mano, afirmará con solvencia el profesor Teja que “la sede romana salió beneficiada por ambos criterios, por ser la capital del Imperio y por contar entre sus mártires a Pedro y Pablo”. A lo que añade, seguidamente: “el fundamento escriturístico basado en el Tu es Petrus de Mateo 16, aducido por los teólogos católicos, fue interpretado por los obispos romanos como dirigido solo a Pedro y por lo tanto a sus supuestos sucesores, cada uno de los cuales guardaría las llaves y sería el fundamento de la Iglesia universal. Por el contrario, los teólogos del Oriente cristiano defendieron siempre la autonomía de cada obispo, pues en la expresión de Jesús, Tu es Petrus, estarían representados todos los obispos” (15).

Evidentemente esta cuestión quedó definida prontamente y fue aceptada pacíficamente por los fieles de la primitiva hora: el Espíritu Santo gobierna la Iglesia con un colegio episcopal cuya cabeza y primado es el papa; y cada obispo gobierna su Iglesia en comunión con el papa y con los demás obispos. Señalemos el comentario de Enrico Moroni acerca de la actualidad: “La ausencia de un efectivo ejercicio de la primacía compromete la aplicación del fundamental concepto de unidad de la Iglesia, al igual que, sin el recíproco reconocimiento de que es necesario integrar la primacía con la colegialidad, no puede haber unidad entre católicos y ortodoxos” (175).

Es muy interesante la lectura de las comunicaciones de este volumen para comprobar que los documentos aportados muestran cómo en los siglos IV-VI, al desarrollarse las herejías cristológicas y trinitarias, además de aclarar los puntos de confusión y esclarecer la verdad cristiana frente a los herejes, también confirmaron el primado de Pedro. Asimismo, no deja de ser luminosa la figura del Papa san León Magno para confirmar el prestigio y supremacía del papado. La comprobación de la falsedad de la Donatio Constantinii, no pone en duda el primad de Pedro.

José Carlos Martín de la Hoz

Ramón Teja (ed), El Primado de Pedro del obispo de Roma. Orígenes históricos y consolidación, siglos IV-VI, ed. Trotta, Madrid 2020, 224 pp.