El itinerario intelectivo hacia Dios

 

El profesor de filosofía y experto en Ortega y Gasset, Juan José Garrido Zaragozá, lleva muchos años de docencia e investigación en la Facultad de Teología San Vicente Ferrer de Valencia, pero no se prodiga demasiado. Por eso, conviene hacerse eco por su extraordinaria lucidez, de un interesante estudio que acaba de publicar sobre "El camino del intelecto humano hacia Dios", en el que nos detendremos, aunque sea brevemente, para realizar hacer alguna reflexión.

En primer lugar, nos recuerda Garrido que “la inteligencia creyente lanza una doble mirada: por un lado, mira lo que la fe es y promete; y por el otro, mira al ser humano en lo que es de hecho y en sus anhelos más profundos (…). Una «fe confirmada» es esto: percibir en el cristianismo mi verdad como ser humano: quién soy, a qué estoy llamado, cómo he de vivir para alcanzar lo que verdaderamente deseo” (74).

Enseguida, siguiendo a Blondel el creyente buscará expresar la racionalidad de su fe: “si tengo la certeza intima de que la fe cristiana expresa la verdad de mi ser y cumple las promesas contenidas en el hombre, es licito suponer que en todo hombre, y no sólo en mí en cuanto creyente, debe haber una huella de ello y un eco en la filosofía más autónoma, de modo que la razón está llamada a estudiar al hombre para poner de manifiesto esa huella que generalmente permanece oculta (…). A este proceso intelectivo llamamos afirmación” (75).

Asimismo, señalará con Pascal: “al mostrar que el hombre es inteligible por sí mismo y necesita abrirse a lo que le es dado desde fuera para encontrar sentido. «El hombre supera infinitamente al hombre», escribió Pascal y en ese auto trascenderse se abre a lo que le hace ser, a Dios (pensamientos 208)” (76). De hecho, enseguida, sostendrá con total claridad:” el hombre es en su misma esencia una realidad abierta a un horizonte de totalidad o de infinitud y en esta apertura muestra su carácter de autotrascendencia, su condición excéntrica” (77).

El razonamiento es el siguiente: “a ese «algo», ese «ser que hay» y capta mi inteligencia, se me muestra como no siendo él mismo la razón de su ser, como no teniendo en sí de qué ser; al tiempo que capto el ser que hay ahí, capto su insuficiencia para ser, y por eso nace en mí la pregunta de por qué hay ser en lugar de nada (como decía Leibniz)” (79-80). Y la conclusión: “hay que buscar fuera del ser que hay el ser que «hace que haya». (…). El Ser fundamento del ser ha de ser de otra índole que el ser fundado y, en consecuencia, trascendente al mismo” (80).

Evidentemente, nos dirá Garrido para concluir su razonamiento acerca de las diversas pruebas de la existencia de Dios, vistas todas ellas en su conjunto, como un verdadero “testimonio de la razón a favor de la existencia de Dios” que “la fe no es fruto de un razonamiento ni la conclusión de un raciocinio. Las pruebas, a lo sumo, dejan al hombre en el umbral de la fe, en condiciones de llevar a cabo una opción razonable” (80).

José Carlos Martín de la Hoz

Juan José Garrido Zaragozá, El camino del intelecto humano hacia Dios, en Anales Valentinos, Facultad de Teología San Vicente Ferrer de Valencia, Nueva Serie VI/11 (2019) 67-83.