El magisterio del papa Francisco

Desde que el cardenal Bergoglio -el padre Jorge- ascendió al solio pontificio, ha publicado un buen número de Encíclicas y Exhortaciones apostólicas: Lumen fidei (2013), Evangelii gaudium (2013), Laudato si' (2015), Amoris laetitia (2016), Gaudete et exultate (2018) y Fratelli tutti (2020). Se trata de una gran cantidad de doctrina y parece como si el Pontífice, consciente de su edad, hubiera querido apresurarse a transmitir sus enseñanzas a la Iglesia.

El Pontífice es un hombre mayor, con una gran experiencia a sus espaldas: Docente en un colegio de la Compañía de Jesús, esta actividad parece haberle dado una buena capacidad didáctica. Superior de la Compañía de Jesús en Argentina, esta tarea le habría mostrado la dificultad para gobernar un colectivo diverso. El hecho de haber trabajado en la atención de los jesuitas ancianos o enfermos, es seguro que favoreció en él la espiritualidad y la ternura, a la cual habría de referirse después. Por fin, su labor episcopal en Buenos Aires le habría proporcionado un amplísimo conocimiento de la realidad social y de los que luego llamaría él los descartados.

Hombre acostumbrado a navegar entre crisis durísimas en su país, esta circunstancia habría fomentado en él el convencimiento de que las difificultades hay que afrontarlas, plantarles cara; que no cabe esconder la cabeza como se hizo en otras épocas. Me estoy refiriendo a la apariencia de falta de gobierno en la Iglesia, que predominaba en los últimos años del papado de san Pablo VI. No cabe la menor duda de que el Pontífice se ha aprestado -no sé si con éxito o sin él-, a enfrentar cuantas dificultades se han presentado durante su gobierno; así los problemas de la Curia vaticana o acerca de los abusos de algunos eclesiásticos a menores. Al parecer son los dos problemas que llevaron a S.S. Benedicto XVI a renunciar al Pontificado, viéndose sin fuerzas para abordarlos.

Habría que buscar las líneas principales en el magisterio de Francisco. No es fácil, ya que sus escritos tocan muchos temas. Podríamos señalar tres: a) Sus escritos están dirigidos a los cristianos, pero también a todos los hombres. b) El Pontífice busca poner al hombre -a cada hombre o mujer- en el centro de las preocupaciones de la Iglesia y de la sociedad.  c) Francisco trata de arrancar a la Iglesia y a cada uno de sus miembros de su letargo -una Iglesia meramente sociológica y formal- para ponerlos en el camino del servicio y la evangelización.

Las cartas del papa Francisco pueden parecer difíciles de leer, muy largas, pero en realidad lo único que necesitan es paciencia y atención, hay en ellas una unidad que vale la pena descubrir. También merecen nuestra atención algunas acciones de gobierno, como la convocatoria de un Pacto Global por la Educación (2019), que fue oscurecido por la pandemia, o la llamada a descubrir un camino sinodal -participativo- para la Iglesia del futuro; una Iglesia viva, no pasiva, en la que el sensus fidelium ilumine el sendero. Hasta ahora sólo hemos conocido, a través de los medios, los aspectos más radicales y pintorescos de esa consulta; no obstante, ésta todavía habrá de pasar por la Asamblea de los Obispos en 2023 y por la mente y voluntad del Papa

Juan Ignacio Encabo Balbín