El matrimonio, único e indisoluble



Es notorio en las últimas semanas un cierto
nerviosismo entre algunos miembros del gobierno, por la concentración sobre la
familia convocada por los obispos. Por ejemplo hemos oído afirmaciones como: "no
se puede decir que el divorcio disgrega la democracia".


 


Ahora resulta que en España hay cosas que no se
pueden decir; es más, los obispos no pueden repetir las enseñanzas de
Jesucristo. ¿Es imaginable, a estas alturas de la democracia, semejante nivel
de dictadura, de autoritarismo?
La vicepresidenta De la Vega ha llegado a
declarar hace unos días: "No resulta tolerable que una parte de los obispos
vulnere el respeto debido al gobierno y al Parlamento y lo haga faltando a la
verdad". Y todo esto porque los obispos dicen lo de siempre.


 


Sólo se podría reprochar a algunos obispos que
no lo hayan dicho más veces y más fuerte, porque su obligación es proclamar con
claridad
la Verdad. Proclamar no es imponer. No sólo
se puede decir si no que hay que decirlo, a las claras: el divorcio destruye la
sociedad.


 


Esto es elemental. La sociedad está compuesta
por familias, no por personas; las familias dan cohesión a todas las
actividades sociales. Dos personas, varón y mujer, que contraen matrimonio, al
casarse unen a sus familias, y se produce un entramado densísimo, de padres,
tíos, abuelos, cuñados, etc. Se entiende que el armazón es mucho más
consistente cuando se trata de familias numerosas. Al casarse, muchos hijos
unen a muchas familias, y eso da textura y firmeza a la sociedad.


 


En el momento en que se legaliza el divorcio, se
legaliza la ruptura, el cáncer. Muerta la célula que es el matrimonio, lo demás
es putrefacción y enfermedad, y después vienen otras muchas desgracias, como la
infidelidad en cadena, la promiscuidad, el aborto, los engaños, los malos
tratos, los hijos sin educar, y tanta desventura que sufrimos todos.


 


El matrimonio existe para ser indisoluble. Y no es
cosa de hablar de matrimonio tradicional o matrimonio cristiano. Matrimonio sin
más, porque sólo hay uno. O si no recuerden lo que dicen los novios en el
momento solemne del consentimiento: "hasta que la muerte nos separe". ¿En qué
quedamos?


 


El divorcio es la encarnación más vergonzosa de
la incoherencia de mucha gente. ¿Alguien imagina que
en el momento de darse el "sí", uno de los novios dijera: "te quiero a ti
Fulanita/o, hoy por hoy y mientras veo cómo va la cosa". Bien sabemos que eso
no es amor.


 


La incoherencia hace hombres y mujeres
infelices. Saben que han fallado, que no han sido valientes, que no han puesto
los medios. Porque ante una crisis lo honrado y noble es luchar, reintentarlo;
pero en cuanto se instala el divorcio lo único que se alimenta es el egoísmo.


 


 


Ángel Cabrero Ugarte


 


 


(Emitido en Radio Intereconomía
el 18.1.08, a las 20,15)


 


 


Para leer
más:


 


Rojas, E. (2007) Remedios para el desamor, Madrid, Temas de Hoy


http://www.clubdellector.com/fichalibro.php?idlibro=6741


Melendo, T. (2007) Mejorar día a día el matrimonio, Pamplona,
Eiunsa


http://www.clubdellector.com/fichalibro.php?idlibro=6570


Hervada, J. (2007) Diálogos sobre el amor y el matrimonio,
Pamplona, Eunsa


http://www.clubdellector.com/fichalibro.php?idlibro=6552