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Familias numerosas

Un concepto que puede parecer, en ciertos ambientes, desaparecido. Pero ahí están, no pocas, en ambientes generalmente cristianos, aunque no solo. Familias numerosas que llevan consigo una comprensión natural del matrimonio. Lo otro, con gran frecuencia es antinatural. Es indudable que no podemos juzgar a nadie por las apariencias. Hay matrimonios que hubieran deseado tener muchos hijos, pero no han llegado, por motivos a veces desconocidos y otras veces perfectamente explicados por los datos médicos.

Muchos perros, pocos niños

Me lo decía alguien hace no mucho: se casan y tienen perros. Dedican mucho tiempo al perro. Hay que sacarle a pasear. Dejan suciedad por aquí y por allá. Y cuando se plantean tener hijos resulta que tienen la sensación de que no van a tener tiempo para atenderles. La sensibilidad por la descendencia, por fundar una familia llena de vida, es algo que se ha pasado de moda. No hay tiempo. Bueno para el perro sí…

Tiempo doméstico

Se observa hoy en día con preocupación la escasez del tiempo dedicado al hogar, a la familia, al descanso. Podríamos decir que hay cierta obsesión por el trabajo. Hay siempre mucho que hacer, mucho trabajo, y da la impresión de que en la atención de la familia no hay tanto que hacer. Ciertamente no es lo mismo que no haya hijos a que estén tres o cuatro niños esperando a papá y a mamá. Nunca, o casi nunca, nos van a echar en cara los hijos que hemos llegado tarde, porque están acostumbrados, pero la realidad es que los padres están, con demasiada frecuencia, poco en el hogar.

Santos jóvenes

El próximo domingo, 7 de septiembre, serán llevados a los altares dos jóvenes italianos. Pier Giorgio Frassati (Turín 1901-1925), y Carlo Acutis (Londres 1991-Monza 2006). Especialmente Acutis, por ser más cercano en el tiempo, ha tenido una influencia importante en muchos jóvenes y en muchas familias. Al fin y al cabo, estamos más acostumbrados a conocer santos de más edad, religiosos, sacerdotes, etc. 

Noviazgo

He leído una novela de Jetta Carleton, “Cuatro hermanas”, escrita en los años 60 y que, como el título indica, habla de una familia americana. Una familia que crece entre los trabajos del campo y la ciudad. En los diversos capítulos van apareciendo historias de unas y de otras hijas, y también del padre y de la madre. Esto resulta un poco lioso en algún momento porque la historia retorna una y otra vez a los años en que van apareciendo cada una o en que se conocen los progenitores.

¿Qué es la cultura?

A esta pregunta pueden seguir respuestas muy variopintas, es fácil que surjan respuestas precipitadas de quien cree saber mucho y quizá no sabe casi nada. Hasta que alguien se plantea describir el concepto. Entonces pueden surgir muchas ideas, seguramente muy interesantes, porque precisamente el hecho mismo de hablar las cosas es lo que más nos sirve, porque podemos contrastar mis ideas con los pensamientos de otros.

La pobreza del siglo XXI

Tuve ocasión de ver una película, hace dos o tres años, que trataba del tema tan de actualidad de la emigración; en ese caso, de cómo se organizan unos jóvenes de un país del sur de África para llegar a Europa. Me quedó muy grabada la imagen del lugar donde vivía alguno de ellos. La vida de familia era de un nivel más pobre que lo que tenemos en Europa ahora, pero no se puede decir que vivieran mal. Ya digo que es la imagen de la película. Viendo aquello se me ocurrió pensar que era un nivel bastante parecido al que había en bastantes pueblos de España en los años 50. Luz eléctrica, lo necesario para comer, unos vestidos muy coloridos, típicos de aquellos lugares.

¿Contemplar o frivolizar?

Ser contemplativo es algo que, dicho así, sin más, a algunos los lleva a pensar en una persona muy religiosa. Hay muchas personas que se retiran del mundo y se convierten, en un convento o en un ambiente apartado, en observadores de lo esencial, o sea, de lo trascendente.

La esperanza del aplauso

En 1969 Josep Ratzinger, antes de ser Papa y de ser cardenal o de ser obispo, escribió estas palabras: “De la crisis de hoy surgirá mañana una Iglesia que habrá perdido mucho. Se hará pequeña, tendrá que empezar todo desde el principio. Ya no podrá llenar muchos de los edificios construidos en una coyuntura más favorable. Perderá adeptos, y con ellos muchos de sus privilegios en la sociedad. Se presentará, de un modo mucho más intenso que hasta ahora, como la comunidad de la libre voluntad, a la que solo se puede acceder a través de una decisión. Como pequeña comunidad, reclamará con mucha más fuerza la iniciativa de cada uno de sus miembros”.

El miedo, una solución

Se ha escrito mucho sobre el miedo. Hay infinidad de novelas que hacen del miedo el tema principal. Ciertamente a lo largo de la historia se pueden resaltar etapas en que sociedades enteras han vivido atrapadas por la inseguridad y el temor por circunstancias políticas, por el peligro de derrumbamiento de la sociedad libre y por el hambre.

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