El método teológico

 

Han pasado ya casi cinco siglos desde que Melchor Cano publicara en Salamanca (1563) su extenso Tratado “De locis theologicis” o “Los lugares teológicos” acerca del modo de desarrollar el quehacer teológico. Como es sabido, en aquellas páginas se recogía el método vivo con el que Francisco de Vitoria, Domingo de Soto y él mismo habían revitalizado la teología en el siglo XVI, primero en el antiguo convento de los dominicos de san Esteban de Salamanca, y desde ahí indudablemente en la Universidad de Salamanca y, finalmente, a través de alumnos y profesores en el mundo entero. No se puede entender la reforma de la Iglesia en Trento ni el siglo de oro de la mística castellana sin ese modo nuevo de hacer teología.

En ese marco, es interesante leer detenidamente el trabajo del profesor de Teología Dogmática de la Universidad Pontificia de Comillas, el salmantino Ángel Cordovilla (1968), sobre la introducción a la teología y el método teológico, para comprobar que las ideas de fondo del maestro Melchor Cano siguen irradiando en la vida y en la experiencia vital de teólogos, precisamente es interesante verlo en este libro donde se resume la amplia reflexión personal del autor, después de muchos años de dedicación a la teología que es su propio quehacer diario.

Cordovilla al descender al quehacer teológico, inmediatamente acude a la Sagrada Escritura: “alma de la teología” la denomina con el sentir de los santos padres y de los grandes teólogos de todos los tiempos. Es indudable, además que con la edición de la neo-vulgata y los descubrimientos de la exégesis católica en estos siglos, la Escritura, tanto el Antiguo como el Nuevo Testamento es más que nunca la trama fundamental del quehacer teológico (127).

Enseguida desciende nuestro autor a la Tradición, a que denomina “la memoria de la teología” y por supuesto se detiene a comentar los escritos, leccionarios, liturgia y los contenidos de tradición en los padres apostólicos, padres apologistas y santos padres orientales y occidentales (155)

Inmediatamente, el profesor Cordovilla se refiere al magisterio de la Iglesia, al que denomina “el marco de la teología”, desde los orígenes, los primeros documentos del magisterio, actas de los concilios de Jerusalén en adelante, los sínodos provinciales, hasta nuestros días. De este modo, el profesor Cordovilla, sitúa las fuentes de la revelación en el lugar adecuado para poder fundamentar el pensamiento teológico sobre bases firmes (195).

Finalmente, nuestro autor se detiene a tratar de teología ecuménica, bajo el título “la forma católica”, donde no se detiene a “intentar proponer una apologética católica al uso, sino más bien bosquejar la forma católica de la teología. Conviene señalar que esta forma mentis no pretende ser partidista; y, sin embargo, condiciona profundamente una maneta de hacer teología y de abordar los temas teológicos fundamentales, hasta el punto de hacerla diferente a la forma ortodoxa o protestante” (215).

José Carlos Martín de la Hoz

Ángel Cordovilla, El ejercicio de la teología, ediciones Sígueme, Salamanca 2019, 333 pp.