El nombre incomunicable

 

El profesor Pedro Urbano, para desarrollar su introducción a la filosofía de la religión, comienza tomando pie de la historia de la filosofía y del pensamiento del filósofo alemán de familia cristiana (aunque seguidor de los llamados católicos viejos) y habilitado en Würzburg en 1867, F Brentano (1838-1917), maestro de E. Husserl (1859-1938), para llevar suavemente al lector al descubrimiento y valoración de la Fenomenología (15).

Es muy interesante que el recorrido histórico que realiza Brentano, desde Aristóteles hasta Descartes, conducirá a plantear en la obra de Husserl los “hechos religiosos” o simplemente “el hecho religioso”, que resultará clave para presentar la fenomenología como vía libre hacia la trascendencia en la antropología humana (17).

Inmediatamente, nuestro autor se detendrá en el concepto clave de “intencionalidad”, es decir: “una forma peculiar de existencia del objeto conocido en la mente del que conoce”. Enseguida nos dirá Urbano que Brentano la denomina: “la dirección del conocimiento a un objeto”. Por tanto “hay algo objetivo y universal, sin lo cual no puede darse el conocimiento de lo real”. Aquí encontrará Brentano una cierta base metafísica.

Es más urbano añade que: “la intencionalidad funda la posibilidad de un pensamiento filosófico que aborde con garantías la cuestión del ser y, consiguientemente, de llegar al conocimiento de la existencia de Dios y de su esencia” (17).

Así pues, Brentano, nos dirá el profesor Urbano, Al estudiar el hecho religioso desde el ángulo de la fenomenología se decantará por posturas teístas, “es decir, la necesidad de reconocer científicamente la existencia de Dios, así como la Creación del mundo y de la Providencia divina sobre él” (18). Lógicamente, el profesor Urbano ve en estas consideraciones de Brentano “un Dios de los filósofos más que un Dios de la Revelación” (19).

Seguidamente, abordará Urbano la trayectoria de Husserl, la asistencia a las clases de Brentano en Viena (1891), el paso del judaísmo al cristianismo evangélico, la obtención de la plaza en Gotinga en 1901, y la formación de un círculo de pensadores con “un decidido carácter realista. Su lema es ‘a las cosas mismas’, una ventana de respiro en un clima filosófico fuertemente crítico y centrados en la subjetividad kantiana” (20).

A partir del 1913 Husserl se separa de parte de sus discípulos para proseguir una fenomenología que es respetuosa con la fe y con la razón pero que caminará solo con la razón dejando la fe para la teología (21) y las pruebas de la existencia de Dios para fundamentar la moral (22). Así concluirá este recorrido el profesor Urbano: “Comprendemos el desencanto que provocó en los discípulos del círculo de Gotinga que había descubierto la Fenomenología como camino para un pensamiento que sintoniza adecuadamente con lo expresado en la fe” (24).

José Carlos Martín de la Hoz

Pedro Urbano López de Meneses, El nombre incomunicable. Religión y conciencia. Aportaciones y límites de la fenomenología de la religión, Zoe ediciones, Madrid 2017, 64 pp.