El occidente bárbaro

El famoso historiador John M. Wallace-Hadrill, catedrático especialista en historia  medieval de Oxford, redactó en los años cincuenta una de las visiones más preclaras del período entre el 400 y el año 1000.

Con gran acierto ediciones Silex ha reeditado esta obra con una renovada traducción y actualización del Prof. Bernardo Santano. Son pocos los cambios que había que introducir, pero era fundamental disponer de un texto claro y clásico para seguir avanzando en el estudio de las raíces de Europa.

Wallace comenzaba su obra, en el Prefacio, con una pregunta: “El Occidente romano se barbarizó, y sin embargo volvió su mirada al pasado. Hizo de Roma el centro de su recuerdo. La pregunta que me hago no es ¿por qué lo hizo?, pues la respuesta es evidente; sino ¿cómo lo hizo?”. En estas se el método y objetivos de un trabajo, claro, documentado y sintético.

La respuesta a esa cuestión la desarrollará nuestro autor repasando la cadena de pensadores del período, muchos de ellos eclesiásticos y siempre movidos por el afán de verdad que la fe cristiana impulsa; en segundo lugar por el ejemplo directo de los códigos legales romanos que pasarán directamente, por ejemplo, a los códigos visigodos, proporcionando así argumentos a las autoridades locales y a la actuación de los obispos en las diócesis ((94 y ss.); y, finalmente, a la respuesta altomedieval que inspiraron: escuelas carolingias sucesoras de las escuelas monásticas y catedralicias.

Son muy interesantes las etapas de transito y, por tanto, la del paso del paganismo y sus pensadores a la de los Padres de la Iglesia y, en definitiva, a la filosofía cristiana, síntesis del Evangelio y el pensamiento antiguo, que se da en San Agustín (pp. 38 y ss.).

Wallace-Hadrill estudiará detenidamente los cuatro grupos fundadores de reinos: visigodos (158), vándalos-alanos, ostrogodos y francos (p.103), como vertebradores de la nueva Europa, que tras las conversiones al cristianismo construirán la sociedad del año mil.

Es muy importante la explicación demográfica, económica, que posibilitó la paz social y el nacimiento de una clase social que se interesó por la cultura y recibió el legado de las catedrales y monasterios y elevaron la ciencia y el arte sobre las necesidades primarias.

Wallace-Hadrill vio como otros investigadores el período el problema arriano cómo el gran peligro que podía haber destruido no sólo a la Iglesia sino a la transmisión del saber antiguo al medieval.

Nuestro autor destacará la figuras de San Benito (p.75), y, posteriormente, San Bonifacio (118), Carlomagno (133, 187-190), Alcuino de York (139), San Isidoro de Sevilla (170) y dedicará muchas páginas a la invasión musulmana de España del 711 (182 y s).

Sus últimas palabras son una buena síntesis de un importante trabajo: “los hombres de la Alta Edad Media quizá viviesen como bárbaros pero podían tener el convencimiento de que eran romanos” (214).

José Carlos Martín de la Hoz

John M. Wallace-Hadrill, El occidente bárbaro, ed. Silex, Madrid 2014, 232 pp.