El problema de la violencia islámica

 

Negar que el Islam tiene un problema con la violencia desvía el diagnóstico y entorpece las soluciones, según expertos en diálogo religioso. Y es que puede que el Islam no sea una religión violenta, pero todos los terroristas que matan en nombre del Islam profesan esa religión.

El problema con el Corán es que puede utilizarse tanto para justificar la tolerancia como la intolerancia. Por eso las sociedades musulmanas se enfrentan al grave dilema de modernizar el islam o islamizar la modernidad. De momento, parece que van hacia la islamización. Recordemos los brutales asesinatos de cristianos, que confirman que es la religión más perseguida en el mundo, o los brutales atentados que sufrimos las sociedades occidentales, como el último de Manchester.

En este sentido, no debemos olvidar la diferencia abismal entre la concepción religiosa Cristiana y la Islámica, y esto hay que aceptarlo pese al relativismo buenista de nuestros días. La gran diferencia del Cristianismo respecto al Islamismo es que los cristianos se consideran hijos de Dios, el Padre celestial al que amar y quien nos ama con un amor infinito, mientras que el Islamismo es la religión del sometimiento a un único Dios omnipotente y se consideran siervos de Dios.  Es posible que a esto se deba la preferencia de algunos gobernantes por el Islam. Les interesa más un pueblo con alma de sometimiento que con conciencia de libertad y dignidad humana inviolable. Una doctrina que genere sumisión a la autoridad, nunca librepensamiento y libertad para vivir según la propia conciencia.

Tampoco podemos olvidar una de las grandes paradojas que se dan en el mundo  islámico: su insolidaridad a la hora de afrontar la actividad de los movimientos integristas que, a menudo, van contra el propio orden establecido en cada país como observamos cada día en Irak o Afganistán. La máxima aplicada en este sentido por los gobiernos musulmanes parece ser que cada cual se las arregle como pueda e, incluso, mirar para otro lado cuando son los países occidentales los que tienen que aliarse para dar la batalla al terrorismo islamista.

La consecuencia es que, hasta ahora, no se ha registrado iniciativa alguna para coordinar una lucha abierta, en toda regla, contra estas organizaciones que inspiran a los grupos más violentos y cuyas prédicas se graban y se distribuyen en cintas magnetofónicas o de difunden por Internet sin apenas restricciones.

Una de las consignas más repetidas en Occidente -sobre todo, tras un atentado terrorista de signo islamista- es la necesidad de tender lazos con el islam moderado. A juicio del filólogo árabe Raad Salam eso no es posible. “Es un concepto equivocado decir que hay un islam moderado. El islam es uno y la ley islámica está por encima del resto de religiones. La única verdad es que el islam es una gran amenaza para nuestra sociedad y nuestra civilización”. Para explicarlo, se remite al Corán: sura 2, versículo 191: “Matadles donde deis con ellos y expulsadles de donde os hayan expulsado. Tentar es más grave que matar. No combatáis contra ellos junto a la Mezquita Sagrada, a no ser que os ataquen allí. Así que, si combaten contra vosotros, matadles: esa es la retribución de los infieles”.

No obstante, lo cierto es que la mayoría de los musulmanes considera las interpretaciones que justifican la violencia como deformaciones del Corán, limitadas a los grupos más intransigentes dentro de las corrientes islamistas. En este sentido, Francisco José Contreras, catedrático de Filosofía del Derecho, cree que lo ideal sería transmitir a los alumnos una versión del islam pacífica y compatible con la democracia. Un islam enseñado en las escuelas que pueda intentar contrarrestar al islam que los niños estarán quizás absorbiendo en Internet.

Se trata, por tanto, de difundir las enseñanzas del Corán real, al objeto de impedir toda interpretación del Libro Sagrado que genere violencia. A este respecto, los musulmanes aseguran que las clases de Religión en los colegios dificultarían la radicalización. Es decir, enseñar el islam para impedir el yihadismo. Los países del Magreb están adoptando esta llamativa estrategia destinada a combatir a los integristas islámicos con sus mismas armas: el Corán y la formación de imanes que prediquen la recta doctrina.

Es fundamental para vencer a este enemigo desacreditar la ideología que lo impulsa y mantiene.

 

Emilio Montero Herrero