El profesor René Girard (1923-2015), durante largos años maestro de literatura comparada en diversas universidades europeas y americanas y, por supuesto, miembro de la Academia Francesa, es considerado uno de los padres de la antropología de la religión y, en concreto, de la investigación cerca del sacrificio en religiones ancestrales del mundo entero.

En esta ocasión, presenta en esta breve obra, una de sus más logradas síntesis conclusivas acerca del sentido del sacrificio como hilo conductor que une a las diversas culturas.

Precisamente, con esta obra, reedición conmemorativa por el centenario de su nacimiento, ediciones Encuentro desea recordar el fuerte debate que produjo esta breve pero intensa meditación sobre el sacrificio comparativamente entre el cristianismo y el hinduismo.

No podemos olvidar que según el propio Girard la investigación de la singularidad y de la riqueza teológica que contiene en su interior el sacrificio cristiano fue lo que motivó, junto con la gracia de Dios, su conversión al cristianismo.

Para Girard el sacrificio de la misa constituye el único y verdadero sacrificio de la nueva ley traído por Jesucristo y por tanto deben cesar todos los sacrificios por ser verdaderamente inútiles y esperpénticos tras la muerte redentora del hijo de Dios en la cruz que supera todo otro sacrificio.

La “teoría mimética” y el “mecanismo sacrificial del chivo expiatorio” que condensa sobre sí todos los pecados del pueblo, y que aplaca las escaladas violentas de rivalidad entre los pueblos, expresadas por el antropólogo cultural René Girard, ha logrado convertirse en una teoría expandida por el mundo entero.

Eso sí, aplicada a la Iglesia Católica, lo que expresa Girad es que Jesús no quedó como un santón de una religión, sino como el hijo de Dios que llevó a cabo la obra de la redención, eso sí, el secreto del cristianismo radica en la gloriosa resurrección que certifica la muerte de Cristo, la naturaleza divina de Jesús que no podía morir, y la radicalidad del sacrificio de la nueva ley que se renueva a diario en nuestros altares hasta el final de los tiempos. Como profetizó Caifás poco antes de la muerte de Jesús: “Conviene que muera uno solo por el pueblo y no perezca toda la nación” (Io 11, 50).

Precisamente Girard después de llamar a Jesús el “Cordero de Dios” y diferenciarlo del chivo expiatorio, afirmará, por qué el cristianismo es la única y verdadera religión: “ahí donde se implanta el Evangelio, los sacrificios sangrientos desaparecen para siempre y se desencadena la mayor revolución cultural de la humanidad” (113).

José Carlos Martín de la Hoz

René Girard, El sacrificio, ediciones encuentro, Madrid 2023, 124 pp.