El Sacro Imperio en la Edad Media

 

Desde el año 313, en que la Iglesia obtuvo finalmente carta de naturaleza ante las autoridades romana y cesaron, por tanto, las persecuciones abiertas que se habían llevado a cabo contra ella durante siglos, comenzaron tiempos de una  se variable relación con el poder civil, pues unas veces transcurrían épocas de cordial entendimiento, que han quedado reflejadas en la famosa frase de la “unión del trono y del altar “ y otras veces, por el contrario, como en Canosa o en Paris con Napoleón, fueron de relaciones tensas, o muy tensas e, incluso, de abierta persecución como las disputas del rey Felipe de Francia contra Bonifacio VIII.

Vamos a referirnos ahora a un interesante periodo de la historia, precisamente en los tiempos cuando el papado dirigió su mirada al centro y al oeste de Europa buscando protección y lo encontró en el nuevo Sacro Imperio Romano Germánico que sustituyó al decadente imperio bizantino.

El profesor de la Universidad Complutense de Madrid, Pedro Martínez García, nos presenta, en la obra que ahora reseñamos, el resultado de las investigaciones de toda una vida: un extraordinario documento acerca de los orígenes y desarrollo del Sacro Imperio Romano Germánico que se inauguró en la Navidad del 800 con la solemne coronación del emperador Carlomagno en la basílica de san Pedro de Roma por el santo Padre León III (13, 24).

Recordar a Carlomagno es hacerlo también de Alcuino de York (28) y el fecundo esfuerzo innovador de la cultura y la ciencia en las escuelas palatinas y catedralicias antecedentes de las Universidades que brotarían en los siglos XII y XIII en las grandes ciudades de la naciente Europa (28).

Es interesante que en el tiempo de los otones se deseara la unión del imperio germánico con el bizantino mediante políticas matrimoniales (52) que se sucederían hasta la desgracia del cisma de Oriente con Miguel Cerulario en el 1054 y ,finalmente, terminarían con la caída de Constantinopla en manos de los turcos el 24 de mayo 1454, justamente cuatro siglos después del cisma.

Asimismo, anota nuestro autor, que las políticas imperiales prestigiaban unas ciudades sobre otras y las propias alianzas naturales en el interior del imperio con unas zonas y sectores frente a otros (69). Lógicamente, las relaciones con la curia romana y con las ciudades de alrededor eran vitales en la misión de protección de la Iglesia por lo que veremos en este trabajo a los emperadores viajar frecuentemente a Roma para fortalecer sus posiciones militares y sus alianzas económicas .

Finalmente, desde los tiempos de Gregorio VII y su disputa de las investiduras, la política del vaticano correspondía, de acuerdo con los “dictatus papae”, la libertad del papa para los nombramientos de obispos y otras dignidades eclesiásticas (86).

José Carlos Martín de la Hoz

Pedro Martínez García, El Sacro Imperio en la Edad Media, ediciones La Ergástula, Madrid 2022, 214 pp.