El santo de lo ordinario

 

Dentro de unos días celebraremos el 18º aniversario de la solemne ceremonia de canonización de San Josemaría Escrivá de Balaguer (1902-1975), que tuvo lugar en la Plaza de San Pedro de Roma y que fue oficiada por su santidad el papa san Juan Pablo II, ante una enorme multitud llegada del mundo entero.

La ceremonia fue retransmitida a través de los grandes medios de comunicación, de modo que verdaderamente fue un acontecimiento de valor universal. Habían transcurrido más de veinticinco años de la muerte del Fundador del Opus Dei y se culminaba con este acto, un riguroso y largo proceso jurídico de beatificación y canonización, tras la llegada masiva de testimonios de fama de santidad y favores que no ha cesado todavía.

Precisamente, en esta solemne ceremonia el Romano Pontífice, resumiendo la santidad de vida y la rica espiritualidad que Dios había querido recordar al mundo a través del mensaje y la vida del nuevo santo, el Santo Padre le denominó: “el santo de lo ordinario”, pues el núcleo del mensaje del Fundador del Opus Dei fue siempre el de la santificación de los quehaceres ordinarios del cristiano, pues todos hemos sido llamados a ser santos en medio del mundo.

Pensando en la proximidad de este aniversario sugiero leer el primer volumen de las cartas que san Josemaría dirigió a los fieles del Opus Dei en los años treinta del siglo pasado, poco después de la fundación de la Obra, que han sido recientemente editadas con gran rigor histórico, por el Instituto Histórico San Josemaría de Roma.

En una de esas cartas, redactada en 1932, decía san Josemaría a los fieles del Opus Dei de entonces (y, de ahora, en definitiva, a todos los hombres de buena voluntad) que debían con su vida cristiana plena y madura en la fe, volver a revivir la vida de santidad de los primeros cristianos que, con toda naturalidad, los llevaba a llamarse santos entre ellos. El contraste entre la vibrante situación de los primeros siglos y mediocridad de tantos cristianos actuales, le llevaba a este certero análisis: “A fuerza de no vivirla, fue olvidada la doctrina: y la reflexión teológica fue absorbida por el estudio de otros fenómenos ascéticos, que reflejan otros aspectos del Evangelio” (Cartas (I), 3, 91, 236).

Efectivamente, es un hecho que san Josemaría movilizó la santidad en medio del mundo y, como afirmaba san Juan Pablo II en la ceremonia de canonización: "con sobrenatural intuición se adelantó a la llamada universal a la santidad proclamada en el concilio Vaticano II".

Precisamente san Juan Pablo II impulsó también decididamente esa llamada a la santidad y dejó escrito en uno de sus últimos escritos programáticos, la Encíclica “Novo milenio ineunte” que la pastoral de la santidad en la Iglesia del siglo XXI debía de ser la pastoral de la santidad.

José Carlos Martín de la Hoz

Josemaría Escrivá de Balaguer, Obras Completas, Cartas (I), edición crítica y anotada, preparada por Luis Cano, Instituto Storico San Josemaría Escrivá, Rialp, Madrid 2020, 315 pp.