El sentido cristiano del sufrimiento

 

Decía el papa Francisco en la primera encíclica que publicó a los pocos meses de comenzar su pontificado, la “Lumen fidei” o la “luz de la fe” (o la última encíclica del papa Benedicto XVI, como se quiera ver) que en cada etapa de la historia los cristianos de cada generación estamos llamados a iluminar con nuestra vida y con nuestra síntesis de fe y vida, las cuestiones doctrinales controvertidas o más oscuras de nuestro tiempo.

Precisamente, en el último número de la Revista de teología de los dominicos de la Universidad de Friburgo, “Nova et vetera”, se hace, como es habitual, alusión a las cuestiones teológicas candentes en nuestra vieja Europa.  Efectivamente, la sociedad ha cambiado y ya no es inteligible una afirmación teológica de tanta raigambre que sonaba a que Dios “ha bendecido a la Iglesia o a un cristiano con la cruz o el sufrimiento”.

Para dilucidar el problema en concreto, el profesor Bonino nos recuerda que santo Tomás había abordado ya la cuestión del sufrimiento en su amplio comentario al libro de Job en el Antiguo Testamento y, por supuesto, al comentar la epístola a los Colosenses de San Pablo donde tan claramente el Apóstol señalaba con viveza: “he completado lo que faltaba a los sufrimientos de Cristo en la Cruz” (Col 1, 24).

Inmediatamente el padre dominico  Bonino, descenderá a plantearse con hondura la cuestión del sufrimiento humano y a rechazar de plano la idea de Dios como “autor del sufrimiento”  o como autor del mal y, por supuesto, a realizar una lectura superficial del problema teológico de la Redención del género humano y, en concreto, del capítulo de la Soteriología denominado de la satisfacción vicaria de Cristo.

Seguidamente Bonino, volverá a realizar una relectura de las vidas de dos santas que han abordado en sui vida y en sus escritos estos temas, como fueron, por ejemplo, las dos contemplativas, una del siglo XIV y otra del siglo XIX: santa Catalina de Siena y santa Teresa del niño Jesús (212).

Inmediatamente, Bobino relee a santo Tomás y nos hablará del gobierno providente de Dios en santo Tomás y, por tanto, de las luces claras y generales del gobierno providente de Dios de sus criaturas a través de la ley natural (213).

Una vez puestas de nuevo las bases teológicas y el sólido fundamento, el autor volverá a concentrarse en la meditación del sufrimiento humano y, por tanto, descenderá a las tres preguntas clave: su origen, su naturaleza y su sentido” (215). Enseguida, nos dirá que el sufrimiento humano, es una consecuencia más del desorden que el pecado original produjo en la naturaleza humana (215).

Así pues, Bonino explicará cómo Cristo asumió la naturaleza humana en la encarnación con todas las limitaciones que implicaba, junto con los pecados de todos los hombres, para en el momento redentor sufrir el sacrificio infinito que produce méritos infinitos dentro de la economía salvífica de la redención del género humano (216).

Finalmente, en su artículo, el profesor Bonino, volverá a retomar el hilo exegético de la epístola a los Colosenses que había dejado apuntado, para subrayar con fuerza que el cristiano de todos los tiempos puede unirse a la cruz de cristo y sufrir lo que falta, pues cada generación ha de ser redimida (218). Es más, el sufrimiento humano se convierte, en palabras de Juan Pablo II, en una vocación a unir nuestros dolores a la cruz redentora de Jesucristo.

José Carlos Martín de la Hoz

Serge-Thomas Bonino OP, Le sens chrétien de la souffrance, Nova et vetera, (2/2021) 211-219