El sentido de la felicidad

 

La felicidad podría definirse como “la íntima convicción de estar haciendo lo que Dios quiere”. Esta sencilla definición tendría la ventaja de situar en consonancia el amor de Dios y el fin de la entera existencia humana

Esta es la primera idea que sugiere el título “Una vida lograda” del nuevo manual de teología Moral de la persona editado por Palabra en la colección de manuales “Buscando entender”.

El libro está escrito por José Luis Méndez y Juan Barbeito, sacerdotes de la diócesis de Madrid y empeñados en una extensa labor pastoral y parroquial. La colección está dirigida por el catedrático y Vicerrector de la Universidad Eclesiástica San Dámaso de Madrid.

La primera consecuencia de sabernos llamados a la vida por Jesucristo a través de nuestros padres es que el fin de nuestra entera existencia es dar gloria a Dios. Por tanto, toda vida es inviolable pues ha sido creada para ser feliz dando gloria a Dios.

Evidentemente, los argumentos científicos son inapelables y aceptamos que los no nacidos son persona humana desde el momento de la concepción y por eso son bautizados de urgencia si hay peligro para su vida.

Asimismo, el hombre sigue siendo persona cuando está durmiendo, sufriendo una enfermedad, quedar en coma, etc., y como tal ha de ser tratado, pues, incluso los desahuciados, dan gloria a Dios.

El derecho a una muerte digna lo entendemos los cristianos como una obligación de responsabilidad de cuidar a los enfermos y mejorar la medicina paliativa para facilitar la vida a los enfermos terminales y que puedan dar gloria a Dios ofreciendo sus dolores.

Para entender bien esa dignidad y grandeza de la persona humana, bastaría con entender que “el hombre posee dignidad porque es un fin en sí mismo” (43) y por tanto es independiente de su situación.

Ser persona humana, nos dirán nuestros autores, quiere decir, en su nivel más básico, unión de alma y cuerpo, pues esa unidad hace que pueda caracterizarse por la: fecundación, unidad e identidad, continuidad, gradualidad y autonomía.

Son muchas las lecciones de este interesante trabajo: Enseñar a amar a donarse a la persona amada: amor interesado amor desinteresado y amor de unión. La unión corporal entre los esposos expresa físicamente la unión espiritual, por eso a las relaciones prematrimoniales les falta la profunda unidad del compromiso de amor.

“El cuerpo humano está hecho para a entrega personal”, y nos recordará que hay que aprender a distinguir entre compañero, amigo, amor y amor esponsal, pues sin amor no se puede vivir y sin familia no hay quien aguante.

José Carlos Martín de la Hoz

José Luis Méndez y Juan Barbeito, Una vida lograda. Moral de la persona, ediciones Palabra, Madrid 2021, 124 pp.