El tratado “teológico-político” de Spinoza

 

Es especialmente llamativo el abundante número de publicaciones que están apareciendo en estos últimos años sobre el filósofo y pensador Baruc Spinoza (1632-1677), es decir, tratados de investigación, ediciones críticas, semblanzas y ensayos que no hacen sino crecer constantemente en las mesas de novedades de las librerías.

Por semejante motivo, he procurado leer detenidamente el reciente estudio publicado sobre la obra más subversiva del orden religioso de la comunidad de Ámsterdam o al menos así se recoge en los documentos de la época acerca del “Tratado teológico-político, redactado por Spinoza en 1670 que ha sido reeditado recientemente por ediciones Trotta (2022).

Efectivamente, su autor Steven Nadler, profesor de la Universidad de Wisconsin-Madison, se ha convertido en un gran especialista en este autor del que ha publicado varios e importantes ensayos y también estudios filosóficos sobre ese periodo de la historia de la filosofía y, recientemente, ha editado también una completa biografía de Baruc Spinoza (2021).

Spinoza comenzó por escribir un tratado de ética que interrumpió para redactar su Tratado Teológico-Político para después regresar a las cuestiones morales, en perfecta continuidad de pensamiento.

En efecto, para Spinoza Dios y la naturaleza son lo mismo y, por tanto, todos los seres materiales y espirituales participamos de esa única naturaleza divina a modo de panteísmo natural, que exige solo el amor al prójimo y una conducta determinada por las leyes intrínsecas de la naturaleza. La libertad llevaría a buscar el verdadero interés y el conocimiento sería la comprensión de la naturaleza y sus leyes (39).

En su tratado teológico político, Spinoza comienza por intentar demostrar que la Sagrada Escritura no está divinamente inspirada, los sacramentos no producen la gracia, ni los milagros existen pues no existe la providencia de Dios ni las realidades sobrenaturales, sino solo la naturaleza (11-12).

Lo importante para Spinoza es resaltar la importancia de la libertad religiosa y la libertad para inventar un tratado teológico político con el que organizar la propia visión de la vida y la propia conciencia (45). Para ello lo primero que realiza en su Tratado es minar la autoridad de la Iglesia, de la Escritura y de la Tradición, solo así se puede liberar el hombre de la “revelación” y abrir su propio camino espiritual (46-50, 59). Por tanto, su verdadera meta es: “una sociedad democrática, tolerante, formada por individuos cuyas acciones vienen guiadas por la verdadera religión (moral)” (60).

Es interesante comprobar que Spinoza se ofendía profundamente cuando le acusaban de ateísmo y de ser detractor de todas las confesiones religiosas, pues para Spinoza lo importante era la libertad de escoger el propio camino en la espiritualidad y en la manera de entender las relaciones entre Dios, naturaleza y hombre (81-82).

José Carlos Martin de la Hoz

Steven Nadler, Un libro fraguado en el Infierno. El “Tratado teológico-político“ de Spinoza, ediciones Trotta, Madrid 2022, 338 pp.